NOCHE 2001
Con paciencia y con saliva, un elefante se garchó a una hormiga.
Han pasado 20 años, comencé el libro disfrazado de joven impulsivo y termino el libro disfrazado de abuelo. Algo habrá pasado en mi vida, me digo, y me pregunto a la vez si a vos querida te habrá pasado algo en la vida.
Para mí, querido, dijo tímidamente ella, todos los finales me alegran.
Solo muere lo muerto, dijimos a dúo y mientras nos abrazábamos y reíamos yo le metí mano y ella se dejó caer de rodillas porque no daba más y llorando y riendo a la vez, me pidió a los gritos que pusiera el punto final. Que ya no daba más, que tanta juventud era insoportable. Que dejara algo para el resto de la humanidad; que no me lo comiera todo.
Yo bajé la cabeza avergonzado y me fui a lavar las manos.
NOCHE 374 (de repuesto)
Hoy estuve en el ojo de luz de la montaña mágica y algo aprendí:
PRIMERA ENSEÑANZA: El dinero que falta para dar un paso necesario para todos, en principio, lo pongo yo. Y si yo no lo tengo o no lo puedo conseguir rápidamente, no hubo enseñanza.
SEGUNDA ENSEÑANZA: El dinero que falta para dar un paso necesario para todos, lo pongo yo y algunos otros. Y si no hay algunos otros, no hubo enseñanza.
TERCERA ENSEÑANZA: El que no quiera pagar, no quiere pagar. Nadie debe reclamárselo.
CUARTA ENSEÑANZA: El que paga no tiene asegurado el resultado, sino que tiene asegurado que habrá partida.
QUINTA ENSEÑANZA: Ganar la partida no asegura aprobar el examen.

Caronte y el olvido de Miguel Oscar Menassa.
Óleo sobre lienzo de 38x55 cm.
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LA POESÍA Y YO
(2000)
LA MUERTE DEL HOMBRE
Es otra vez de noche
y en general
la casa duerme.
Una voz en la radio
dice últimas palabras.
Me entretengo con el humo
y me ocurren mil fantasías
y ninguna tiene que ver
con recostarme
tranquilamente en la cama
y dormir.
Entre tantos papeles
terminaré siendo un escritor
y fijo mi mirada en la lejanía
y dejo que la historia del hombre
irrumpa
con la violencia de su sino
mi noche.
Enciendo cigarrillos a mansalva
uno detrás de otro como si fueran
centelleantes granadas contra los opresores.
Desde hace millones de años
el hombre vive de rodillas.
Las granadas estallan en mi rostro.
Primitivas presencias
pueblan mi noche de salvajes ritos.
Ceremonias donde la muerte
siempre es una canción
sublime y misteriosa.
Bestias indomables
semejantes al hombre
por la torpeza
de sus movimientos
danzan a mi alrededor
iracundos
silvestres.
En un mal castellano
me dicen que su jefe
quiere charlar conmigo.
Sentado en mi cama escribiendo
pido que dejen de rugir tambores
que cese la danza
que me dejen escribir este poema. (sigue...) |