EL OFICIO DE POETA
Envuelto en las brumas del tedioso vivir,
sólo la poesía me acompaña.
Cuando voy por la vida, Ella,
suele asombrarse de mi soledad.
Le digo que no importa,
en su presencia el mundo se detiene para mí,
el oro brilla para mí
las mujeres más altas bailan para mí,
los pájaros más nocturnos velan mi sueño.
Envuelto en los poderosos ruidos de la máquina
sólo su voz humana me acompaña.
Cuando hacemos el amor, Ella me reprocha,
amarla como si fuera única.
Le digo que no importa,
en su presencia el mundo detenido en mis manos
se abre para mí, lo múltiple se abre para mí,
añejas pasiones y amores venideros,
delirios y mujeres, se abren para mí,
diosas enamoradas y diademas, belleza embrutecida,
el aire se abre para mí, los espacios abiertos
donde nuestro gran sol es una estrella más.
Envuelto en las sutiles marañas del poder,
toda la vida es Ella.
Cuando Ella me encuentra en esa encrucijada,
donde yo mismo soy el amante de la muerte,
Ella baila desnuda para mí
y desnuda, despojada, también, del amor,
dispara sobre mí para que no muera,
un millón de palabras en libertad.
Le digo que no importa,
en su presencia danzarina, la muerte deja de brillar,
tiemblan los cementerios,
se abren los corazones profundos de la tierra,
la vida nace por doquier
y el frenesí es color, vértigo, duda,
danza de la alegría sin escrúpulos,
alegría en plena libertad,
muerte de la muerte.  |
UN ARGENTINO EN ESPAÑA
(1987)
ESPAÑA POR FIN ES MI PAÍS,
MADRID MI CIUDAD
26 de agosto de 1982
Hay un decreto-ley del 26 de agosto,
donde se me promulga,
en todo el territorio Ibérico
(con todos los derechos y deberes)
ciudadano español, casi nativo,
casi con todos los derechos,
con todos los deberes.
Oriundo de un sur donde las cosas,
más que suceder, se sueñan,
al principio no podía creer lo que pasaba.
El señor Juez me dio la mano y me dijo:
Obediencia y serenidad y serenidad y obediencia.
La secretaria del Juez, bailaba,
con las dos mujeres que siempre me acompañan,
una danza Inca, para festejar
el milagro de mi nacionalización.
Pensar que estaba otra vez delirando
era prematuro y, sin embargo, el Juez,
detuvo la danza para pedirme,
800 pesetas prestadas para unos sellos en mi trámite
y, luego, todavía, las tres mujeres se mataban unas a las otras,
para poder besar los labios del Juez.
Mis mujeres, hembras de luz,
mataron a la secretaria y la archivaron,
entre las personas que, todavía, no habían nacido
y, alternativamente, besaban y mordían los labios del Juez
y, después, bajaron las escaleras gritando:
Somos la nueva España. Somos la nueva España.
Saludaron al policía de la puerta,
con un movimiento a dúo de caderas
y escaparon por la calle abierta,
ciegas, plenas de libertad.
Yo trataba de explicarle al Juez
que, en nuestro trabajo, habíamos descubierto
que ciertos procesos interiores se parecen
a ciertos procesos exteriores y, entonces, le expliqué:
Yo quería ser español y, ahora, lo soy,
se da cuenta lo que le quiero transmitir:
cuando las fantasías se hacen realidad,
es cuando, a veces, se parte el corazón.
Comprendo, dijo el Juez.
Usted quisiera morir entre mis brazos,
como mueren los pájaros sedientos,
como mueren los hombres desesperados,
los hombres que, como usted, lo han conseguido todo.
¡Defínase!, Menassa. Olvide su pasado.
(sigue...) |