LA CIUDAD SE CANSA
(1963)
NOSOTROS DOS
ÉRAMOS TODO EL MAR
En verdad jugábamos
en el mar
en la tierra
algunos días en nosotros.
Eran necesidades innegables
las playas
la gente desnudándose detrás de las carpas
anticipándonos una extraña piel
más suave que el delirio de la tierra
o el presentimiento de un país libre.
El baile de arena comenzaba
los hombres corrían alegremente
sobre el mar
dejando las caricias de sus risas
en tu cuerpo
en la extraña sumisión de las olas
frente a tus pies
en el atlántico de tus ojos
que luego compartíamos
entre piedras lisas
cayendo de cualquier manera a la noche
a todos los hombres
que habían jugado por tu vida
con el amor
con la juventud de la tierra
con la severidad del mar.
ALGUNAS DE ELLAS
Ellas se vestirán livianamente para apurar la tarde
se despeinarán
encenderán cigarrillos en nuestra pieza
leerán por primera o segunda vez
nuestro nombre impreso en papel ilustración.
Se quedarán esa tarde y la siguiente
hasta que tengamos que salir como las putas
a la calle
a cambiar de pensión y de familia.

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Rostros de luz de Miguel Oscar Menassa.
Óleo sobre lienzo de 92x73 cm.
PENSAMIENTOS DEL POETA
El hombre libre
no muerde no acaricia
la soledad de los bondadosos.
Vuelven los buenos tiempos
ciudad de Dios maldita Buenos Aires
Mujer
Hembra sin cuento
regresa también por el verano
día de fin de año
y este pecho agrandado como el amor
te esperan.
No recuerdo tus ojos perdidos.
El calor me ahoga en esta amada tierra.
No doy no pido ventajas a tu corazón
desataré mis manos
te esperaré
alondra vida
alondra viento de verano.
Esta soledad reventará de vieja. |