SALOMÓN
Salomón, hijo de David, ejecutivo poderoso en su época, conocedor de las lenguas de todos los animales de la tierra y del cielo.
Posó, un día, en la palma de su mano derecha una pequeña hormiga y le preguntó: ¿Quién es el más grande de la tierra? La hormiga, que todavía era totalmente derecha sin cortes en su cuerpo, pidió a Salomón que levantara su mano un poco más arriba, un poco más. Cuando la mano de Salomón estaba por arriba de su cabeza, la hormiga le dijo: Tú eres verdaderamente grande, pero yo lo soy más, porque estoy por encima de tu cabeza.
Sin sonrisas, Salomón sacudió la mano, y la hormiga cayó sin mayor ruido a la tierra, y maldijo Salomón a la pícara hormiga, condenándola a vivir casi partida por la mitad.
Moraleja: Un ejecutivo es siempre un ejecutivo.
LOS OTROS TIEMPOS
(1970)
LAS LÁPIDAS SIEMPRE SON
DESAFORADAMENTE PESADAS
No comprendés, la distancia es el mar, las mil leguas marinas que nos separan irremediablemente.
Cuando estábamos todos en el puerto, todos éramos iguales.
Después llegó la hora de embarcarse, la nave construida, las amarras rotas.
Yo preferí el mar, vos la tierra.
Desde el mar te tiré los cabos necesarios, las escalas necesarias. Fue imposible. Desde la arena me hacías señales luminosas incomprensibles; recuerdo una noche que me entretuve en las señales, casi me voy a pique.
Después el mar me fue ofreciendo nuevas palabras, nuevas conjeturas, mi piel en tanto iba adquiriendo las características de los viejos lobos de mar. Mis aullidos eran aullidos desprovistos de fe. Lo importante era emitirlos y no que alguien los escuchara.
Mi barco era pequeño y veloz, vos no pudiste soportar tanta velocidad.

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CAPITÁN CAT
La vida de los marineros es una vida sin esperanzas.
Yo soy el capitán Cat y quiero decirles
que el mar, fue mi mejor amigo.
A Morgan y a Perkins, los conocí
en un café de la calle Córdoba
lejos del mar.
Teníamos una manera distinta de vivir.
Para mí el mar era la vida misma.
Cuando en el puerto esperaba el regreso de la tripulación
nunca tuve miedo.
Yo soy el Capitán Cat
y esto es cierto.
Cuando Perkins y Morgan en alta mar
pretendían atemorizarme
luchando como adolescentes
contra el mar
las ballenas asesinas o alguna embarcación inglesa
-que para esa época eran terribles-
y Perkins con su corbata negra
y Morgan dale que dale con el arpón;
yo solía entretenerme con Rosie Probert y esas cosas del
amor
y mi madre muerta dentro de mis ojos sin luz
como si todo el universo estuviera en mis ojos
y todo el universo era el mar.
Mis ojos y el mar se parecían
y la aventura era sin dudas, para mí,
mi madre enloqueciéndose dentro de mis ojos.

La vida en el mar de Miguel Oscar Menassa.
Óleo sobre lienzo de 80x80 cm. |