Todo el mundo estudiará
pintura y declamación,
para que los ciudadanos
decoren su habitación.
Y cantando una opereta
o taconeando una jota,
podremos tocar un tango
y llorar con el violín.
Dejaremos que los amantes
inventen sus propias leyes
para convivir mejor
y, si no pueden siquiera
respetar su propia ley,
cortaremos el suministro
de tanta libertad
y los enviaremos
a la primera escolaridad,
para ver si esta vez
podemos enseñar
a hombres y mujeres
a vivir un poco más.

Detrás del espejo de Miguel Oscar Menassa.
Óleo sobre lienzo de 80x80 cm.
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CARNAVAL DE LA TERCERA EDAD
O CÓMO LLEGAR A LOS 100 AÑOS
Somos la tercera edad
y en el carnaval estamos
para festejar la muerte
de todo lo que hace mal.
Me hace mal, me hace mal,
gritaba la señora,
que después de los setenta
todo el mundo te respeta.
A mí me divierte mucho
pero me hace mal, muy mal,
que cuando hablan los jóvenes
defiendan no saber nada.
Yo soy una mujer libre
y tengo setenta años
pero trabajé a destajo
desde que cumplí los diez.
Y si alguien se sorprende
de que yo vivo tan bien
casi sin enfermedad
y la piel una pintura,
yo les quiero aconsejar:
para no morir en vida
hay que bailar y follar
en cada oportunidad.
Y si nadie quiere
bailar ni follar
leeremos un poema
y no nos irá tan mal.
A la letra, a la letra,
dice la muchacha.
Ábrete un poquito
le dice el mocetón.
Y el poema viene y va
y al mundo todo entretiene
cuando las palabras dicen:
Tonto, tonto, tonto es
el que se pone a pensar
cuando le toca bailar,
cuando le toca vivir
el goce de los setenta.
Me hace mal, me hace mal,
que a los setenta años
mis nietos no me dejen
ver la televisión.
Y dale con que al abuelo
la guerra le hace mal
me perdí cuatro películas
y las noticias, fatal.
(sigue...) |