SUMARIO
Editorial
Miguel Oscar Menassa
Adiós cultura mi señora
Eugenio Montale
No nos pidas
Del brazo tuyo
Margarita Guidacci
La caracola
Giacomo Leopardi
El infinito
Sibilla Aleramo
He vuelto a ser bella
Quemo mi vida
Salvatore Quasimodo
Hombre de mi tiempo
Pier Paolo Pasolini
Balada de las madres
María Luisa Spaziani
Los dragones agonizando
Dacia Maraini
Noche de fin de año en el hospital
Maelia Rosselli
Si yo quería
Mario Luzi
Nada de lo que sucede
Umberto Saba
El deseo
Dino Campana
La quimera
Cesare Pavese
Siempre vienes del mar
Giuseppe Ungaretti
La piedad
Alda Merini
Yo quisiera
Mario Luzi
Cuánta vida
Italo Calvino
Más allá del puente
Cesare Pavese
Vendrá la muerte
Salvatore Quasimodo
Y de repente la noche
Adelanto del libro
“ANTOLOGÍA POÉTICA”
de Miguel Oscar Menassa
Murmuraciones del poeta
Flamenco, Tango y Poesía: Soy el cantor
 
Descargar nº 151
en PDF

MAELIA ROSSELLI

Italia, 1930

SI YO QUERÍA

Si yo quería marchitarme me marchitaba.
Si quería caía.
Era para el verano que nunca terminaba.
Que no se marchitaba nunca.
¿Qué quería Dios de mis queridos sentidos?
Si por casualidad era necesario seguir al servicio de un rey;
si por alguna malignidad no era posible defenderse:
si con la alegría no era posible enfadarse:
si en el vacío y en el lleno no se amaban, si iracunda jugaba lejos de los árboles y el río de la paz:
si por aburrimiento yo trascendía - el orgullo era mi hospital.
Era mi ideal!
Ideal trascendental y trascendido entre los pernios de la pobreza.
Furibunda rimaba afuera de libertad.
La cama estaba hecha. La pobreza olía su deber.

 

Traducción: Marco Casavecchia

 


Juegos de verano de Miguel Oscar Menassa.
Óleo sobre lienzo de 46x38 cm.


Amor contrarreloj de Miguel Oscar Menassa.
Óleo sobre lienzo de 46x38 cm.

 

MARIO LUZI

Italia, 1914

NADA DE LO QUE SUCEDE

Nada de lo que sucede y no tiene cara
y nada que precipite puro, libre de traza,
solamente perceptible a la piedad
como tú me significa la muerte.
El rico viento oscila ondulado
en las ventanas, pretende apariencias estáticas
y un oriente blanco alienta del oeste
en los cruces allanado de fiebre.
De la lluvia al claro cielo
se levantan de la mirada colorida
bloques de aire en distancias festivas.
Aparecer y desaparecer es una quimera.
Y ésta es tu hora, es la hora de aquellos reyes
sísmicos cuyo trono es el movimiento,
insensibles si no al frío de la muerte
que dejan de repente en la sangre.
Su sede repentina es algún espejo
pensativo por la noche, se reúnen allí,
allí se reconocen en un latido.
Tú eres fiable y engañosa, es inútil que te busque,
te persiga más allá de las fortalezas,
agujas reflejadas en el asfalto,
en los lugares donde el amor no puede llegar
ni el olvido de sí mismo.

Traducción: Marco Casavecchia

NADIE, NUNCA, ME ALCANZARÁ, SOY LA POESÍA