YO QUISIERA
Yo quisiera, superado cada temblor
llegar a la belleza que me sigue,
de la ruina del silencio, honda,
eliminar la medida de la voz
y cantar al unísono con los sonidos;
imprimirme en las palmas de las manos cada fuerza
crecimiento perenne y modular
una cuidadosa frontera con las cosas
donde yo puedo con ellas comunicar
defendida siempre de incipientes caos.
Me gustaría vivir en el secreto corazón
centro de todo más puro movimiento,
revivir de mí los apagados aspectos
de los fantasmas reales y reformar
las parábolas ardientes donde cada gracia
es tocada de su límite. Variada
maravillosamente de estos encuentros
enumeraré mi plural esencia
adentro de un solo, perenne,
insistir de tonos adolescentes.
En las abiertas medidas de las alas
del más libre pájaro,
en el vigor de los árboles,
en la claridad musical de los vientos,
en el fragor pueril de los colores,
en el aroma de la fruta,
Seré criatura en un único y diferente
principio, sin origen ni signo
de condena ancestral.
Y sé, por esta verdad, que el tiempo
no colapsará difundiendo las ruinas
de los violados contactos a la calma
de mi nuevo aparecer, ni la sagrada
identidad de la canción será menor
a sus ídolos vivos.
Traducción: Marco Casavecchia

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CUÁNTA VIDA
Cuánta vida se eleva de la voz alta de niño
donde pájaros y pájaros arrebatados al piar de rama en rama
enfilan entre la pérdida de hojas del bosque en el frío contraluz
y trazan una estela de plumas y chirridos, dejan esas rotas frases
de un discurso llegado a su conclusión, fiesta
y fuga, mientras hombres apostados
preparan su exterminio; cuánta
vida repiten esas últimas y más luminosas agitaciones de alas
por toda la espesura, entre mar y marismas.
Y aquí, en lugares bien lejanos, pero en un tiempo
que como aquél no perdona, mientras
me cruzo por este sendero de bancos
sin una señal de entendimiento
a compañeros de otros tiempos
arrastrados por un viento oscuro entre las puertas vigiladas
y los veo ansiosos, parecidos a pájaros tardíos, vencidos
y abrasados dentro de un fuego indefinible,
consumido, todavía no apagado, presunción
de fuerza donde no hay fuerza, orgullo
de una fe que no es fe, cuánta
vida repite esa voz de nueve años
a la conciencia demasiado adulta, demasiado
clara, de nuevo cuánta vida,
que no se percibe nunca la vida
tan fuerte como con su pérdida.
Traducción: Marco Casavecchia

Nocturno del hueco de Miguel Oscar Menassa.
Óleo sobre lienzo de 40x40 cm.
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