SUMARIO
Editorial
Miguel Oscar Menassa
Adiós cultura mi señora
Eugenio Montale
No nos pidas
Del brazo tuyo
Margarita Guidacci
La caracola
Giacomo Leopardi
El infinito
Sibilla Aleramo
He vuelto a ser bella
Quemo mi vida
Salvatore Quasimodo
Hombre de mi tiempo
Pier Paolo Pasolini
Balada de las madres
María Luisa Spaziani
Los dragones agonizando
Dacia Maraini
Noche de fin de año en el hospital
Maelia Rosselli
Si yo quería
Mario Luzi
Nada de lo que sucede
Umberto Saba
El deseo
Dino Campana
La quimera
Cesare Pavese
Siempre vienes del mar
Giuseppe Ungaretti
La piedad
Alda Merini
Yo quisiera
Mario Luzi
Cuánta vida
Italo Calvino
Más allá del puente
Cesare Pavese
Vendrá la muerte
Salvatore Quasimodo
Y de repente la noche
Adelanto del libro
“ANTOLOGÍA POÉTICA”
de Miguel Oscar Menassa
Murmuraciones del poeta
Flamenco, Tango y Poesía: Soy el cantor
 
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MARÍA LUISA SPAZIANI

Italia, 1924

LOS DRAGONES AGONIZANDO

Soledad mía, amarga, ardiente.
Mi vicio absurdo, hostia fulgurante,
astro elevado sobre el desierto desolado
del gesto que deshoja las palabras,
como una rosa sus pétalos. Cercano se perfila el invierno. Puestas a secar las redes hace tiempo. Sobre el Pincio
que los fantasmas desertan, ¿la ves
esa ruta de vencidos galeones,
dragones agonizantes, que trasudan índigo
sobre los ángeles barrocos?
La sombra los avanza, a los dos nos toca,
cómplices y esposos, ramas bipartidas
de una única raíz, estrellas opuestas,
en casas separadas, cubriéndonos
como en un tiempo las sábanas.

 

Traducción: Dolores Ramirez Almazan
y Mercedes Arriaga Florez

 

DACIA MARAINI

Italia, 1936

NOCHE DE FIN DE AÑO
EN EL HOSPITAL

1

Hacían fiesta esa noche por la calle
se oían las risas, los tacos en el hormigón
las luces encendidas en todas las ventanas,
tenía tu mano en la mía,
noche de fin de año en el hospital,
cuánto que has sufrido, y yo contigo,
mientras las enfermeras intercambiaban regalos
y el arbolito adornado en el corredor
encendía y apagaba sus luces,
tú querías tomar algo pero estaba prohibido,
te dije: toma un traguito, sólo uno
acercándote un vasito de plástico,
en la prisa por beber lo apretaste demasiado
haciendo saltar el agua sobre las cobijas,

 

los ojos ciegos, la respiración ronca
pedía agua y el agua te la negaban,
la fiesta llamaba a la ventana y quería entrar
pero tú no la oías
no recordabas ni siquiera quién
estaba al lado tuyo,
tu hermana toda despeinada
tu madre con los ojos sufridos
yo que temblaba a tu lado,
abajo en la calle un ruido de coches
impacientes, estruendo de cohetes explotando en el aire,
en las otras habitaciones en cambio había silencio
los enfermos saben cuando uno de ellos se va a ir,
no se asomaban a saludar como de costumbre
no nos deseaban felices fiestas en voz alta,
el dragón de oro quería arrastrarte del pelo,
pero tú no tenías más pelo, mi amor,
una pelusa tal vez, como decías
pidiendo una caricia sobre la cabeza desnuda,
se acababa de levantar una pequeña luna
blanda y resbalosa más allá del vidrio cerrado
en el olor áspero de vómito y morfina,
una blancura sin fin
me torció el cuello y se robó tu aliento.

3


En enero, hace un año,
resolviste que ibas a dejarnos
decidiendo que una tumba
era mejor que una casa,
pero no querías morir
yo lo sé, me lo dijiste
en la oscuridad, con voz dulce
mientras te estrechaba una mano
para retenerte aquí con nosotros
en el estúpido mundo de los vivos,
tu sueño sabía a anís
mientras las sierpes te chupaban la vida
eras un querubín sin cabello
querías beber cuando estaba prohibido
querías cantar cuando estaba vedado
querías reír cuando estaba impedido
y querías saltar de la cama
pero tenías ya los pies de mármol
pobres tobillos sin alas
cuánto pesaba la cabeza en la almohada
inútil el sueño de las mariposas
tus zapatos sin suela
ya se habían ido
mientras pedías un poco de agua
y una hora más de vida.

 

Traducción: Martha Canfield y Miguel Ángel Cuevas

 

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1 Dibujo diario

1 Cuadro semanal

NADIE, NUNCA, ME ALCANZARÁ, SOY LA POESÍA