JOSÉ EMILIO PACHECO
México, 1939 |
DON DE HERÁCLITO
Pero el agua recorre los cristales
musgosamente:
ignora que se altera
lejos del sueño todo lo existente.
Y el reposo del fuego es tomar forma
con su pleno poder de transformarse.
Fuego del aire y soledad del fuego
al incendiar el aire que es de fuego.
Fuego es el mundo que se extingue y prende
para durar (fue siempre) eternamente.
Las cosas hoy dispersas se reúnen
y las que están más próximas se alejan:
soy y no soy aquél que te ha esperado
en el parque desierto una mañana
junto al río irrepetible adonde entraba
(y no lo hará jamás, nunca, dos veces)
la luz de octubre rota en la espesura.
Y fue el olor del mar: una paloma
como un arco de sal ardió en el aire.
No estabas, no estarás,
pero el oleaje
de una espuma remota confluía
sobre mis actos y sobre mis palabras
(únicas nunca ajenas, nunca mías):
el mar que es agua pura ante los peces
jamás ha de saciar la sed del hombre.
EL PULPO
Oscuro dios de las profundidades,
helecho, hongo, jacinto,
entre rocas que nadie ha visto,
allí, en el abismo,
donde al amanecer, contra la lumbre del sol,
baja la noche al fondo del mar y el pulpo le sorbe
con las ventosas de sus tentáculos tinta sombría.
Qué belleza nocturna su esplendor si navega
en lo más penumbrosamente salobre del agua madre,
para él cristalina y dulce.
Pero en la playa que infestó la basura plástica
esa joya carnal del viscoso vértigo
parece un monstruo. Y están matando
/ a garrotazos / al indefenso encallado.
Alguien lanzó un arpón y el pulpo respira muerte
por la segunda asfixia que constituye su herida.
De sus labios no mana sangre: brota la noche
y enluta el mar y desvanece la tierra
muy lentamente mientras el pulpo se muere. |

?Danza de la fortuna de Miguel Oscar Menassa.
Óleo sobre lienzo de 40x32 cm.
CAVERNA
Es verdad que los muertos tampoco duran.
Ni siquiera la muerte permanece.
Todo vuelve a ser polvo.
Pero esta cueva preservó su entierro.
Aquí están alineados
cada uno con su ofrenda,
los huesos dueños de una historia secreta
Aquí sabemos a qué sabe la muerte.
Aquí sabemos lo que sabe la muerte.
La piedra le dio vida a esta muerte.
La piedra se hizo lava de muerte.
Todo está muerto.
En esta cueva ni siquiera vive la muerte.
ÉXODO
En lo alto del día eres el que regresa
a borrar de la arena la oquedad de su paso;
el héroe imperdonable que escapó del combate
y apoyado en su escudo mira arder la derrota;
el náufrago sin nombre que se aferra a otro cuerpo
para que el mar no arroje su cadáver a solas;
el perpetuo exiliado que en el desierto mira
arder hondas ciudades cuando el sol retrocede;
el que clavó sus armas en la piel de un dios muerto
y ahora escucha en el alba cantar un gallo y otro
porque las profecías van a cumplirse, atónito
y sin embargo cierto de haber negado todo;
el que abre la mano
y recibe la noche. |