SUMARIO
Editorial
Roberto Juarroz
X. 24
Notas de Dirección
Carmen Salamanca
Carilda Oliver Labra
Canción para decirme en marzo
Alfonsina Storni
La caricia perdida
Roberto Juarroz
Levantar el papel donde escribimos
Así como no podemos
Cada uno tiene su pedazo de tiempo

León Felipe

Sé todos los cuentos
Bertold Brecht
Soy una anciana
Johann W. Goethe
La fuerza de la costumbre
Ocean Vuong
Rompe hogares
Dylan Thomas
Tumbados en la arena
Silvia Plath
Soy vertical pero preferiría ser horizontal
Nichita Stanescu
Emoción de otoño
No hay
Germán Pardo García
Pausas de amor 2. A una mujer
Pausas de amor 6. A una mujer
Vicente Aleixandre
No te conozco
Miguel Oscar Menassa
Tres amores
Aforismos
Agenda Grupo Cero

Descargar nº 198 en PDF

Germán Pardo García

Colombia, 1902

PAUSAS DE AMOR
2. A UNA MUJER

¿Detrás de qué pirámides huiste?
¿Qué eternidades se hunden en tu nada?
Yo te busco, mujer deshabitada,
en un sitio indefenso que no existe.

La inmensidad sus litorales viste
de brumas que olvidó la madrugada,
y el frío de tu voz desmantelada
crucifica a la sombra que me diste.

Cómo alzarte de un cielo que perece,
si de oscuros naufragios te corono.
Si en la raíz de mis nocturnos días

el árbol fiel de la amargura crece,
y de sus brazos cuelga el abandono
de tus hondas parásitas vacías.

.................................................

PAUSAS DE AMOR
6. A UNA MUJER

Estoy cierto de ti, de humanizarte
en tu desnuda forma fugitiva.
Arco floral, a ti la luz deriva.
Verde río, no ceso de escucharte.

Puertas de nubes abro por hallarte.
Ya en mis hombros no está tu mano activa.
Silencios digo y en la voz cautiva
las palabras empiezan a esperarte.

La amatista del alba y la certeza
del ocaso y la noche despojada,
alzan luceros para mí tardíos,

y custodian la paz de tu cabeza,
dulcemente, en su angustia, doblegada
sobre un sitial de mármoles sombríos.

 

Vicente Aleixandre

España, 1898

NO TE CONOZCO

¿A quién amo, a quién beso, a quién no conozco?
A veces creo que beso solo a tu sombra en la tierra,
a tu sombra para mis brazos humanos.
Y no es que yo niegue tu condición de mujer,
oh nunca diosa que en mi lecho gimes.
Pero yo nunca gimo de alegría cuando te estrecho.
Sobre la ebriedad del amor, cuando bajo mi pecho brillas
con el secreto brillo íntimo que sólo la piel de mi pecho
conoce,
yo sufro de soledad, oh siempre allí postreramente
desconocida.
Nunca: cuando la unidad del amor grita su victoria en la
ya única vida,
algo en mí no te conoce en la oscura sombra estremecida
que bajo el dulce peso del amor me sostiene
y me lleva en sus aguas iluminadamente arrastrado.
Yo brillando arrastrado sobre tus aguas vivas,
a veces oscuras, con mezcladas ondas de plata,
a veces deslumbrantes, con gruesas bandas de sombra.
Pero yo, sobre el hondo misterio, desconociéndolas.

Natación del amor sobre las aguas mortales,
sobre las que gemir flotando sobre el abismo,
hondas aguas espesas que nadie revela
y que llevan mi cuerpo sobre ausencias o sombras.

Entonces, cerrado tu cuerpo bajo la zarpa ruda,
bajo la delicada garra que arranca toda la música
de tu carne ligera,
yo te escucho y me sobrecojo de la secreta melodía,
del irreal sonido que de tu vida me invade.

Oh, no te conozco: ¿quién canta o quién gime?
¿Qué música me penetra por mis oídos absortos?
Oh, cuán dolorosamente no te conozco,
cuerpo amado que no hablas para mí que no escucho.

NADIE, NUNCA, ME ALCANZARÁ, SOY LA POESÍA