SUMARIO
Editorial
Miguel Oscar Menassa
La vida vive en mis palabras
Notas de Dirección
Carmen Salamanca
Paul Éluard
Te lo dije
Tu fe
César Vallejo
Estáis muertos
Germán Pardo García
Elegía a los muertos actuales
Gloria Fuertes
Los pájaros anidan
Luis Cernuda
Elegía española
Friedrich Hölderlin
Los robles
Youssef Saadi
El momento
Gabriela Mistral
Vieja
Emily Dickinson
632
Miguel Oscar Menassa
La mujer y yo (10)
Aforismos
Agenda Grupo Cero

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Gabriela Mistral

Chile , 1889

VIEJA

Ciento veinte años tiene, ciento veinte,
y está más arrugada que la Tierra.
Tantas arrugas lleva que no lleva otra cosa
sino alforzas y alforzas como la pobre estera.

Tantas arrugas hace como la duna al viento,
y se está al viento que la empolva y pliega;
tantas arrugas muestra que le contamos solo
sus escamas de pobre carpa eterna.

Se le olvidó la muerte inolvidable,
como un paisaje, un oficio, una lengua.
Y a la muerte también se le olvidó su cara,
porque se olvidan las caras sin cejas.

Arroz nuevo le llevan en las dulces mañanas;
fábulas de cuatro años al servirle le cuentan;
aliento de quince años al tocarla le ponen:
cabellos de veinte años al besarla le allegan.

Mas la misericordia que la salva es la mía.
Yo le regalaré mis horas muertas,
y aquí me quedaré por la semana
pegada a su mejilla y a su oreja.

Diciéndole la muerte lo mismo que una patria
dándosela en la mano como una tabaquera;
contándole la muerte como se cuenta a Ulises
hasta que me la oiga y me la aprenda.

"La Muerte", le diré al alimentarla;
y "La Muerte", también, cuando la duerma:
"La Muerte", como el número y los números,
como una antífona y una secuencia.

Hasta que alargue su mano y la tome,
lúcida al fin en vez de soñolienta,
abra los ojos, la mire y la acepte
y despliegue la boca y se la beba.

Y que se doble lacia de obediencia
y llena de dulzura se disuelva,
con la ciudad fundada el año suyo
y el barco que lanzaron en su fiesta.

Y yo pueda sembrarla lealmente,
como se siembran maíz y lenteja,
donde a tiempo las otras se sembraron,
más dóciles, más prontas y más frescas.

El corazón aflojado soltando,
y la nuca poniendo en una arena,
las viejas que pudieron no morir:
Clara de Asís, Catalina y Teresa.

 

Emily Dickinson

Estados Unidos, 1830

632

El cerebro - es más amplio que el cielo -
colócalos juntos-
contendrá uno al otro
holgadamente - y tú - también
el cerebro es más hondo que el mar -
retenlos -azul contra azul-
absorberá el uno al otro -
como la esponja - al balde -
el cerebro es el mismo peso de Dios -
pésalos libra por libra -
se diferenciarán - si se pueden diferenciar -
como la sílaba del sonido -


Pactos de honor Miguel Oscar Menassa.
Óleo sobre lienzo de 50x60 cm.

NADIE, NUNCA, ME ALCANZARÁ, SOY LA POESÍA