LEOPOLDO DE LUIS
España, 1918 |
LA ESPERANZA
Alegría, hoja verde...
Pablo Neruda
Sigue, sigue subiendo. Falta poco...
Vicente Aleixandre
Todo el acoso triste del invierno,
toda la destrucción de la ceniza
no son bastante. Tierra dura y seca
la hace crecer con mineral espina.
Los dulces desencantos del otoño
con su mano no logran recubrirla
ni contagiarle su tristeza áurea,
su hermosura marchita.
Florece entre la más amarga tierra,
la primavera está en su raíz misma,
surge del vivo hierro, de la roca
humana y silenciosamente viva.
De unas manos de tierra y piedra nace,
de unos huesos sufridos, de una mina
de llanto. No es azul de cielo; sólo
gris de terrón y sangre endurecida.
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Es así de difícil la esperanza
así de seca su belleza, ortiga
irreductible, violenta, pura
como la luz solar del primer día.
Como la luz del primer día, llena
el corazón del hombre. Está, sufrida
y maltratada, en cada uno
de nosotros haciéndose continua.
Haciéndose continua herencia y pluma
áspera para el ala de la vida,
pluma para las alas que nos tienen
en vilo todavía.
Hay que ganarse la esperanza. Es duro
ganarse la esperanza, hijo. Mírala
entre los ojos de estas gentes, sobre
sus fatigadas frentes afligidas.
Ve la esperanza, hijo, en esas manos
de jornalera y requemada arcilla,
en esos dorsos que se comban, esos
hombros que el tiempo lentamente izan.
Mírala florecer entre las máquinas
sucia de grasa y hambre, entre la tinta
del libro; hacerse luz en los pinceles;
música que la música aproxima.
Escúchala, en la voz de los poetas
más altos que nos hablan: “Alegría,
hoja verde caída en la ventana...”
“Sigue, sigue subiendo. Falta poco. Es la vida...”.
Hijo, es la vida. Sí. Seguir subiendo
y abrir nuestra ventana cada día
y que una hoja siempre nueva y verde
nos dé en el corazón, hermosa y limpia. |