BERTOLT BRECHT
Alemania, 1898 |
PREGUNTAS DE UN OBRERO
A UN MÉDICO
¡Nosotros sabemos lo que nos enferma!
Cuando nos sentimos mal nos enteramos
que eres tú el que nos va a curar.
Durante diez años, nos dicen,
en hermosas escuelas
construidas con dinero del pueblo,
aprendiste a curar, y tu ciencia
te ha costado una fortuna.
Tienes que saber curar.
¿Sabes curar?
En tu consultorio
nos arrancan los harapos
y tú aplicas el oído a nuestros cuerpos desnudos.
Una mirada a los harapos te informaría mejor
sobre la causa de nuestra enfermedad.
La misma causa desgasta nuestros cuerpos y nuestras ropas.
Dices que el dolor en el hombro
proviene de la humedad, de la que
también proviene la mancha que hay en la pared
de nuestra casa.
Dinos entonces:
¿De dónde proviene la humedad?
Exceso de trabajo y falta de comida
nos hacen flacos y débiles.
Tu receta dice:
"Tiene que aumentar de peso".
Es como decirle al junco
que no debe mojarse.
¿Cuánto tiempo nos dedicas?
Es evidente: la alfombra de tu casa
cuesta tanto como cinco mil consultas.
Probablemente dirás que eres inocente.
La mancha de humedad en la pared de nuestra casa
dice lo mismo.
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1 dibujo diario
1 cuadro semanal |
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EDGAR BAYLEY
Argentina, 1919 |
MEDIODÍA
A Ch.
Quien no está de acuerdo pregunta, entre las últimas casas, al comienzo del prado, y su pregunta queda en el aire, a lo lejos, en las matas de hierba, en el pico de la montaña.
Quien no está de acuerdo pregunta, recuerda un nombre, evoca el mar lejano, las facilidades de un balcón, la proximidad de una araucaria, el sonido de una opinión fraterna, el color de una madrugada, la esperanza, en fin, excepcional, verosímil.
Quién no está de acuerdo vuelve a la ciudad, mira hacia el interior de las cocinas donde están prontos los pollos horneados, las sopas de ajo y de arroz, el pan blanco, los zapallos y las papas, y los manteles y el esplendor del mediodía.
Quién no está de acuerdo mira, se descubre en la calle asoleada, y lanza otra vez su pregunta, que se levanta del camino y se mantiene inmóvil entre las ramas del árbol.
Quien no está de acuerdo finalmente no pregunta: escucha, mira, respira, agradece.
Tantos hechos son, por último, uno solo. Tantas preguntas se hacen una sola oración, un rezo a la luz del sol. A mediodía, extiende las manos, seca sus ropas. Y todo el llanto y la furia, y la ternura, y la equivocada puerta, y la altanera opción, y la fuente y el tiempo, le dicen sí. Lo comprenden en este momento límite, en su total desesperanza, y lo confirman en tanto amor desamorado. Es el sí del mediodía, amor de la fuente, del ojo, de los cuerpos, del basalto y el pórfido, de la pequeña escala y la columna de agua, del orfeón, de la verdeante bulla, por ahora, para siempre.

Encuentro amoroso de Miguel Oscar Menassa.
Óleo sobre lienzo de 50x50 cm.
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