CONSTRUCTORES DE PUENTES
Hace falta dos riberas para la verdad: una para nuestra ida, la otra para nuestra vuelta. Caminos que beban sus neblinas. Que guarden intactas nuestras risas felices. Que, quebrados, sean aun salvadores para nuestros benjamines que nadan en aguas heladas.
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A***
Eres mi amor desde hace tantos años,
Mi vértigo ante tanta espera,
Que nada puede envejecer, enfriarse;
Aun lo que esperaba nuestra muerte,
O lentamente supo combatirnos,
Aun lo que nos es extraño,
Y mis eclipses y mis regresos.
Cerrada como un postigo de madera,
Una extrema suerte compacta
Es nuestra cadena de montañas,
Nuestro comprimente esplendor.
Digo suerte, ¡Oh mi martillada!
Cada uno de nosotros puede recibir
La parte de misterio del otro
Sin derramar el secreto;
Y el dolor que viene de otra parte
Encuentra por fin su separación
En la carne de nuestra unidad,
Encuentra por fin su ruta solar
En el centro de nuestro cielo
Que desgarra y vuelve a empezar.
Digo suerte como lo siento.
Elevaste la cima
Que habrá de franquear mi espera
Cuando mañana desaparezca.

Ensoñación de Miguel Oscar Menassa.
Óleo sobre lienzo de 50x50 cm.
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Transfiguraciones de Miguel Oscar Menassa.
Óleo sobre lienzo de 50x50 cm.
BÚSQUEDA DE LA BASE Y DE LA CIMACiertos días no hay que temer nombrar las cosas imposibles de describir.
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(…) Sí, volver a poner sobre la pendiente necesaria los miles de riachuelos que refrescan y disipan la fiebre de los hombres. (…)
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DESTINO DE NUESTRAS LEJANÍAS
La libertad nace, de noche, en cualquier lugar, en un agujero de la pared, sobre el paso de los vientos helados.
Las estrellas son ácidas y verdes en verano; en invierno ofrecen a nuestra mano su plena juventud madurada.
Si los dioses precursores, curtidos y persuasivos, empujando delante de ellos el pasado próximo de sus acciones y de nuestras necesidades conjugadas, ya no son nuestros inseparables, ni la naturaleza ni tampoco nosotros les sobreviviremos.
Tal mirada de la tierra da a luz setos vivificantes en el punto más encendido. Y nosotros recíprocamente.
Imitando de la lechuza el vuelo amortiguado, en los sueños del sueño uno improvisa el amor, fuerza el dolor en el espanto, se mueve parcelario, rejuvenece con una incansable temeridad.
¡Oh! mi pequeña llama elevándose sobre todo fuego verdadero, ¡somos los contemporáneos y la nube de los que nos aman!
Traducción de los poemas de René Char: Claire Deloupy |