Gabriela Mistral
Chile, 1889 |
MARIPOSAS
A don Eduardo Santos
Al Valle que llaman de Muzo,
que lo llamen Valle de Bodas.
Mariposas anchas y azules
vuelan, hijo, la tierra toda.
Azulea tendido el Valle,
en una siesta que está loca
de colinas y de palmeras
que van huyendo luminosas.
El valle que te voy contando
como el cardo azul se deshoja,
y en mariposas aventadas
se despoja y no se despoja...
En tanto azul, apenas ven
naranjas y piñas las mozas,
y se abandonan, mareadas,
al columpio de mariposas.
Las yuntas pasan aventando
con el yugo, llamas redondas,
y las gentes al encontrarse
se ven ligeras y azulosas
y se abrazan alborotadas
de ser ellas y de ser otras...
El agrio sol, quémalo-todo,
quema suelos, no mariposas.
Salen los hombres a cazarlas,
cogen en redes la luz rota,
y de las redes azogadas
van sacando manos gloriosas.
Parece fábula que cuento
y que de ella arda mi boca;
pero el milagro se repite
donde al aire llaman Colombia.
Cuéntalo y cuéntalo, me embriago.
Veo azules, hijo, tus ropas,
azul mi aliento, azul mi falda,
y ya no veo más otra cosa...

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Charles Baudelaire
Francia, 1821 |
LA PIPA
Yo soy la pipa de un autor;
Se comprueba, al contemplar mi rostro
De abisinio o de cafre,
Que mi dueño es un gran fumador.
Cuando está colmado de dolor,
Yo humeo como la casucha
Donde se prepara la comida
Para el regreso del labrador.
Yo envuelvo y arrullo su alma
En la red móvil y azul
Que asciende de mi boca encendida,
Y envuelvo un poderoso dictamen
Que encanta su corazón y cura
De fatigas a su espíritu.

Abierto al porvenir de Miguel Oscar Menassa.
Óleo sobre lienzo de 100x73 cm.
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