SUMARIO
Editorial
Gloria Fuertes
Todavía hay gente que al viento le llama Céfiro
Notas de Dirección
Carmen Salamanca
Sor Juana Inés de la Cruz
Quéjase de la suerte
Soneto
Guillaume Apollinaire
Océano de tierra
Sombra
Antonio Machado
A un olmo seco
Proverbios y Cantares (XX y XXVIII)
Un loco
Pedro Salinas
No en palacios de marmol
Los cielos son iguales...
Paul Celan
Corona
Olga Orozco
Corre sobre los muelles
Ahora brilla otra vez
Adelanto de la "Antología Poética" de Miguel Oscar Menassa
Comencé a darme cuenta
Estoy contento de tanto haber amado
He vuelto de los más negros atardeceres
Abierto, yo estaba abierto y te lo decía
Aforismos
Estudia psicoanálisis. Temporada 2018-2019

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Adelanto del libro "ANTOLOGÍA POÉTICA"
de Miguel Oscar Menassa

COMENCÉ A DARME CUENTA

Comencé a darme cuenta de que no era libre.
Nadie toleraba que a los 61 años,
amara el amor en lugar de hacerlo.

Nadie toleraba que a los 61 años,
todavía amara la libertad
que nunca había conseguido.

Ni yo mismo a los 61 años
puedo amar mis deseos sexuales.

Y después, las tardes de domingo,
me dejaba caer como una flor marchita
para que ella me pisoteara y nunca, nadie,
ni siquiera ella misma en su temblor,
podía tolerar mi resurrección.

Y yo me alzaba como los que saben volar
y ya tenía 61 años y siempre me veía caer
pero la vida misma es una sola para todos
por eso hubo días que algo en mí no caía.

Ella, rezando arrodillada
y yo, alzándome en la frase
hasta tocar su alma,
su vientre
su canción.

Ahí estaban las luces y éramos todos ciegos.

Nadie podía ver más allá de su amor.

Nadie podía llorar por desgracias ajenas.
Nadie podía dar comida al hambriento,
nuestra desgracia se lo llevaba todo.
Nunca hubo justicia entre nosotros
y jamás conocimos la libertad,
somos un pueblo muerto,
desde el comienzo nunca hubo pan.

Así eran las frases que ella recitaba
cuando, valientes, hacíamos el amor.

Y nadie toleraba que nuestro amor
fuera ese suave galope cibernético
a los 61 años
casi sin piernas
sin ganas de volar
sin cabellos al aire
sin manos al unísono
grabando en tu cuerpo
las huellas del tiempo.
A los 61 años,
cuando hacíamos el amor
todo era alucinación
verbo y locura.

 

Y lo peor de todo
era que nadie podía soportar,
ni siquiera ella misma,
que yo la mirara a los ojos
durante las comidas,
en el baño,
un momento antes de parir,
hijo o poema,
y la miraba a los ojos
cuando hacíamos el amor
y eso, en verdad, la enloquecía
y su goce era magistral y nuevo
pero nunca pudo tolerarlo.

Un día me lo dijo claramente:
no soporto que a los 61 años
seas tan feliz.

................................

ESTOY CONTENTO
DE TANTO HABER AMADO

Estoy contento de tanto haber amado,
de tanto haber llegado al confín de los besos,
contento de habernos abrazado por las noches
envueltos en los vapores del silencio
al vivir lujurioso de la carne y el fuego,
la espléndida y loca pasión de las palabras.
Contento de levantarme una mañana,
con las pupilas húmedas manchadas por amor.

Fue un siglo de locura, crecimos en todas direcciones,
odio y amor se agigantaron,
la pobreza llegó hasta la riqueza,
la necedad y la bella locura poblaron monasterios,
las enfermedades que produjo el amor
llegaron hasta el alma poblando los silencios,
en su afán de morir, el hombre inventó virus
que atacan, con fervor, el pensamiento.

Después, hay que decirlo,
en el corazón de la música
este siglo se rompió la guitarra,
el violín de las guerras fue lamento que,
volando hacia los cielos,
alcanzaba el dolor.

La trompeta fue aullido y el aullido fue canto,
hasta el saxo bramaba alguna piedad.
Hubo tambores de locura, este siglo,
que explotaban sonando como esferas de luz.

NADIE, NUNCA, ME ALCANZARÁ, SOY LA POESÍA