SUMARIO
Editorial
Gabriel Celaya
La poesía es un arma cargada de futuro
Notas de dirección
Carmen Salamanca
Vicente Huidobro
Despertar de octubre de 1917
Imposible
Charles Baudelaire
El vampiro
Carilda Oliver Labra
El mar
Germán Pardo García
Aire divino
Rafael Alberti
Canción 17
Canción 7
Canción 19
Canción 29
Giuseppe Ungaretti
La muerte meditada
Soy una criatura
Federico García Lorca
Nocturno del hueco
Enrique Molina
Nada de nostalgia
Ninguna esperanza
Carmen Conde
Visión de los ángeles
Raúl Gustavo Aguirre
El inundado
Octavio Paz
La calle
Primavera a la vista
Jacques Prévert
Para hacer el retrato
de un pájaro
Roberto Juarroz
Segunda poesía vertical Nº 69
Joyce Mansour
El ritmo del dinero
He mentido querido asno cuando te he cerrado los ojos
Margaret Randall
Danzando con la cierva
Oscar Cerruto
Cuerda en el vacío
El agua que nos sigue
Gonzalo Vázquez Méndez
Este darse de golpes
César Vallejo
Dos niños anhelantes
Adelanto del libro
“ANTOLOGÍA POÉTICA”
de Miguel Oscar Menassa
El amor existe y la libertad
Flamenco, Tango y Poesía: Soy el cantor
Recital poético de Miguel Oscar Menassa
 
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CHARLES BAUDELAIRE

Francia, 1821

EL VAMPIRO

Tú que, como una puñalada,
en mi pecho doliente entraste,
y cual rebaño de demonios
viniste loca, engalanada,

para de mi alma sometida
hacer tu lecho y tu dominio;
-infame a quien me encuentro atado
como el forzado a su cadena,

y el jugador tenaz al juego,
y como el borracho a la botella,
y a los gusanos la carroña,
-¡sí, maldita, maldita seas!

Yo supliqué a la espada rápida
para ganar mi libertad,
y dije al pérfido veneno
que ayudara a mi cobardía.

Mas, ¡ay! la espada y el veneno
me desdeñaron y me han dicho:

“No eres digno de redimirte
de tu maldita esclavitud.

¡Imbécil! -¡Si de tu dominio
nuestros esfuerzos te librasen,
tus besos resucitarían
el cadáver de tu vampiro!”


Autorretrato posterior de Miguel Oscar Menassa.
Óleo sobre lienzo de 50x50 cm.

CARILDA OLIVER LABRA

Cuba, 1922

EL MAR

Como en un lecho me tendí en el mar.
Hechizada por musgos y por linos
tuve acoso de brazos peregrinos
que me echaban las ondas al pasar.

Contra mi carne se batió el azar.
El agua -furia, vértigos y vinos-
se entretenía con los bordes finos
de mis caderas, blancas de esperar.

Entonces: grave, pálido, insereno,
llegaste como llega siempre el mar
y tu mirada me rompió este seno.

Ni Dios mismo nos pudo separar:
cuando una ola te volvía ajeno
entrabas en mis piernas con el mar.

 

GERMÁN PARDO GARCÍA

Colombia, 1902

AIRE DIVINO

Temblor de rama que al dorado viento
del mediodía, opone la certeza
de su fruto. Divino movimiento
de algo que a mi ser inconmovible empieza.

Temblor de voz, capaz del firme acento.
Temblor de la mirada, en su fijeza.
Temblor del encarnado pensamiento.
Temblor de mi desnuda fortaleza.

Aire de eternidad, aire divino.
Cómo la enorme fe de mi destino,
cuando tú pasas, se ilumina y crece.

Cómo te siento en mí, temblor de altura.
Cómo tu claridad me transfigura
y cómo tu presencia me enriquece.

NADIE, NUNCA, ME ALCANZARÁ, SOY LA POESÍA