BERTOLT BRECHT
Alemania, 1898 |
SIEMPRE DE NUEVO,
DESDE QUE TRABAJAMOS
ENTRE VARIOS
Siempre de nuevo, desde que trabajamos entre varios,
con enormes esfuerzos de largo aliento y destinados a
muchos,
desaparece alguno de nuestra comunidad
para no volver.
Lo adularon,
le pusieron un traje fino,
le firmaron un contrato por una suma importante.
Y él se ha transformado de un día para otro.
Se sienta en su sillón de siempre como una visita.
Ya no tiene tiempo para tareas de largo aliento.
En las discusiones ya no contradice
(para que no se alargue el tiempo.)
Es más, se entusiasma rápidamente.
Adopta un aire entrañable.
Se ofende con facilidad.
Por un tiempo, hará bromas
sobre su traje a medida,
un par de veces
dirá que piensa traicionar a sus benefactores
(es gente corrupta).
Pero sabemos que sus días con nosotros están contados.
Así desaparece un hombre de nuestra comunidad.
Nos deja solos con el trabajo pesado
y sigue el camino habitual.
Prisa por llegar de Miguel Oscar Menassa.
Óleo sobre lienzo de 50x61 cm.
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CANCIÓN DE LA RUEDA HIDRÁULICA
1
Los poemas épicos nos dan noticia
de los grandes de este mundo:
suben como astros,
como astros caen.
Resulta consolador y conviene saberlo.
Pero para nosotros, los que tenemos que alimentarlos,
siempre ha sido, ay, más o menos igual.
Suben y bajan, pero ¿a costa de quién?
Sigue la rueda girando.
Lo que hoy está arriba no seguirá siempre arriba.
Mas para el agua de abajo, ay, esto sólo significa
que hay que seguir empujando la rueda.
2
Tuvimos muchos señores,
tuvimos hienas y tigres,
tuvimos águilas y cerdos.
Y a todos los alimentamos.
Mejores o peores, era lo mismo:
la bota que nos pisa es siempre una bota.
Ya comprendéis lo que quiero decir:
no cambiar de señores, sino no tener ninguno.
Sigue la rueda girando.
Lo que hoy está arriba no seguirá siempre arriba.
Mas para el agua de abajo, ay, esto sólo significa
que hay que seguir empujando la rueda.
3
Se embisten brutalmente,
pelean por el botín.
Los demás, para ellos, son tipos avariciosos
y a sí mismos se consideran buena gente.
Sin cesar los vemos enfurecerse
y combatirse entre sí. Tan sólo
cuando ya no queremos seguir alimentándolos
se ponen de pronto de acuerdo.
Ya no sigue la rueda girando,
y se acaba la farsa divertida
cuando el agua, por fin, libre su fuerza,
se entrega a trabajar para ella sola.

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