SUMARIO
Editorial
Miguel Oscar Menassa
A los sesenta y tres me divorciaré, por fin
Notas de dirección
Carmen Salamanca
Pedro Salinas
Me debía bastar
Empújame, lánzame...
Los cielos son iguales
Tú vives siempre de tus actos
Amor, Amor, catástrofe
Todo dice que sí
Qué alegría, vivir
¿Regalo, don, entrega?
Bertolt Brecht
Siempre de nuevo, desde que trabajamos entre varios
Canción de la rueda hidráulica
Louis Aragon
Los poetas
Socios de honor
40 años de Menassa en España
La invitación del presidente
Presentación y Concierto
Flamenco, Tango y Poesía
¿Infidelidad?
Videoclip Poesía y Pintura
Mi única familia
Suicidio asistido
En defensa propia
Agenda completa
 
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Una pequeña carta, que resulta ser una invitación, trastoca todas las relaciones. Un secreto guardado en soledad durante muchos años por una mujer que llevada por el amor y el deseo de tener un hijo, rompe con todos los estereotipos psicológicos e instala una nueva moral y una vida posible que despliega su humanidad, mas allá de cualquier sentimiento condenatorio.

Una relación de amistad entre dos hombres enamorados de la vida que comparten, el amor de sus mujeres, son arrastrados a la separación por muchos años para que el secreto de una paternidad celosamente guardado, haga surgir a un padre en una joven que busca una verdad más allá de la preocupación por el origen.

Una nueva manera de pensar la sexualidad, donde la muerte que asoma entre bambalinas es tratada como una separación más y detenida por la pasión que acompaña la vida de los hombres hasta el final.

El tiempo de la amistad como tiempo de una conversación y el tiempo de la paternidad como tiempo de la función, cruzan sus sables y gana lo humano, porque esta vez el pequeño cambio, en forma de invitación, vuelve a poner en el camino de la amistad y el amor a cada uno de los personajes.

Una película para el hombre actual y para los hombres futuros, porque habla de los dramas humanos: amor, deseo, sexo, muerte, despertar.

Apertura y cierre, en cada frase, hecha entre varios personajes, donde se muestra que no hay hombre solo sino que cada hombre es el producto de sus relaciones.

VENGA MI NIÑA QUE VAMOS

Venga mi niña que vamos
a bailar sobre la tierra
donde descansan los muertos
para que tengan su fiesta.

Mueve tu cintura al viento
y deja volar tus manos
sin miedo mi bella niña
que te acompaña mi canto.

Entrecierra los ojos
y salta sobre la tierra
que taconeando con fuerza
harás vibrar la pradera.

No tengas miedo mi niña
que estamos en una fiesta
que en el danzar de los muertos
la muerte siempre se frena.

Que la muerte se aleja
y la nueva vida viene
cuando ella mueve elegante
su cuerpo para el amor.

Para el amor mi niña
su cuerpo esbelto
todo su cuerpo niña
temblando al viento.

Para el amor mi niña
su cuer
po esbelto
todo su cuerpo niña
temblando al viento.

"En otras películas la gente se mata por estas cosas"

La película ¿infidelidad? Interroga a cada uno de los espectadores acerca de sus propios deseos. Tan pronto se identifica uno con la inocencia inteligente de Walter, como con la ternura del profesor, con el renaciente amor por la vida a los sesenta de Sofía, con el deseo desbordado de Silvia o con la compleja simpleza de Gustavo. Es imposible no conmoverse. Es imposible no reírse.

El hilo conductor es la relación de dos amigos: un librero y un psicoanalista, Walter y Gustavo, Walter está casado con Silvia, pero su mujer hace un descubrimiento: se puede desear a otros hombres además de al marido, que la lleva a acostarse con Gustavo. La escena de la confesión, donde Silvia le dice a Walter "toda la verdad", delante de Gustavo -que quisiera que lo tragara la tierra- es la escena cumbre de la película. Pocas veces la cuestión de la infidelidad ha sido tratada con tanta sutileza y tan fino humor.

Pero en torno a este hilo central, hay otros tantos enredos: la escritora le es infiel al profesor, el profesor engaña a la escritora con la chofer, la psicoanalista engaña a todos sus pacientes: tiene varios, Sofía engaña hasta a su marido muerto, primero con el jardinero y después con Gustavo, que por fin conocerá el amor de la mano de Sofía…

Subyace tras estos enredos una particular filosofía sobre la vida, los celos, el amor, las relaciones de pareja, la manera de entender el psicoanálisis. Los personajes hablan, se dicen y le dicen al espectador, frases que llegan al corazón, que atraviesan el alma. Nadie podrá decir: me voy igual que entré.

EL AMOR EXISTE Y LA LIBERTAD

Fui un hombre
amante de la libertad
y los venturosos días por venir.
Después cayeron sobre mí,
la guerra y sus estragos.

La libertad,
se fue poniendo negra entre mis brazos
y aquel bello rostro de los recuerdos infantiles,
su rostro,
se evaporó lentamente entre los ojos de la muerte.

Gritos desesperados saliendo a borbotones,
llamándola por última vez y, ella,
alta y desnuda, ráfaga inalcanzable de cielo,
ordena matar.

II
No sabemos, todavía, no sabemos:
¿Quién está vivo y quién está muerto?

III
A nuestro alrededor
la libertad seguía volando libremente
y volando,
se hablaba de ella en otros mundos
y volando,
había un reino más allá del cielo,
donde la libertad,
entre los soles de las galaxias superiores,
reinaba,
siempre intangible y serena,
la vida de los hombres.

IV
Para vivir, fue necesario
llenarse la cabeza y el alma de ilusiones.

Para vivir, fue necesario,
dejar de vivir.

V
De un ser despedazado hicimos escritura.
Una escritura hambrienta de porvenir,
libertad a los cuatro vientos,
amor, loco y vivaz, entre las letras.

Una escritura desesperada,
desenfrenada buscadora de amor.
de libertad, de humanidad.
Todo lo que no existe.

VI
Tiempo donde toda la música,
era el quejido de los moribundos.
Tiempo donde toda la alegría,
era recuerdo.

VII
Entre los bramidos de la muerte
me hundí en mi propio interior.
Quise encontrar sentido al universo
en el centro de mis tripas.
Hice de mi corazón,
un breve y opulento palacio de cemento.
Puse alambre de púas en mi piel,
me rodeé de fosos,
levanté los puentes levadizos
y puse cadenas a mi alrededor
y cadenas
y reflectores contra el sol
y dejé de escribir, porque temía,
que mi escritura transformara mi vida.

VIII
SILENCIO
era lo único que pedían.

IX
GRITAR
fue el único deseo.

X
Gritando y enmudeciendo para no morir.
Recordando y olvidando todo para no morir.
Levantando y agachando la cabeza para no morir.

XI
Quise volar como los pájaros, gruñir como las bestias

Quise ser Dios
y me moría de hambre con los hambrientos.
Quise ser millones
y lloraba con los desesperados porque llorar,
es un recuerdo del hombre inolvidable.

La alegría me caló los huesos cuando le opuse
mi primer verso a la muerte.

XII
QUERIDA MUERTE,

a tu pesar,
a mi pesar,
la vida continúa.

XIII
Grotescas olas, cataclismos inesperados,
retorcimiento visceral.
Torturas
y hambre
y pequeños pecados solitarios,
que el tiempo castiga con la muerte

Un tiempo que todo da lo mismo.

XIV
Un tiempo,
un viento,
un opaco murmullo,
te parte la vida en mil pedazos.
Después, un hombre es lo que es.

XV
Después de la catástrofe escribo versos
y hago el amor porque el amor,
también hace la guerra.

Hablo a mis hijos del movimiento de los astros:
es posible hablar de las estrellas sin tocarlas
y nos quedamos mirando, tranquilamente, la luna,
el vuelo borracho de alguna abeja entre las flores
y nos distraemos con cualquier tontería de la tarde
porque les hará bien, me digo,
que vayan olvidando el nombre de los muertos.
Y sueño todas las noches un futuro brillante
y me levanto buscando un sol que hoy tampoco estará
y busco entre los hombres con quién hacer la guerra,
porque la guerra, también, hace el amor
y escribo versos.

XVI
Creciendo contra todo,
ambicionando todo lo que pronuncio,
le fui poniendo alas,
bujías electrónicas,
motores supersónicos a mi canto.
Y creciendo hice versos
y mis versos creciendo,
fueron mi vida.

Poema de Miguel Oscar Menassa del libro “El amor existe y la libertad” cantado por Clémence Loonis

 

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NADIE, NUNCA, ME ALCANZARÁ, SOY LA POESÍA