YO NO ME ENFERMO
DE LAS CASI HERMOSAS
Yo no me enfermo de las casi hermosas
arrugas que prometen ser mi cara.
Yo no me enfermo de la tarde clara,
del milagro sencillo de las cosas.
Enfermo, ay, eso sí, de todo clavo,
de fieras soledades ancestrales;
estrujo entonces misteriosos males
porque empiezo a morir y ya no acabo.
El corazón comprende, tranza, ayuna;
se le forma a la sien algo que espera.
(Pobreza de ser triste como una
espina que aspiraba a flor entera).
Estoy enferma, sí... Ya no es la luna.
Y me quedo a velar mi calavera.
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RAZÓN DE SUEÑO
No es el modo casual con que caminas,
ni el dibujo inexacto de tu mano:
es tu ruda tristeza mal vestida
quien se pone de acuerdo con los astros.
Cansado de nacer para los ángeles,
tienes todo el dolor de la ceniza.
Alarma cotidiana de mi sangre,
pasajero rebelde de esta herida:
sucedes por adentro de mi carne
y dueles en el centro de mí misma.