PEDRO SALINAS
España, 1891 |
¿FUE COMO BESO O LLANTO?
¿Fue como beso o llanto?
¿Nos hallamos
con las manos, buscándonos
a tientas, con los gritos,
clamando, con las bocas
que el vacío besaban?
¿Fue un choque de materia
y materia, combate
de pecho contra pecho,
que a fuerza de contactos
se convirtió en victoria
gozosa de los dos,
en prodigioso pacto
de tu ser con mi ser
enteros?
¿O tan sencillo fue,
tan sin esfuerzo, como
una luz que se encuentra
con otra luz, y queda
iluminado el mundo,
sin que nada se toque?
Ninguno lo sabemos.
Ni el dónde. Aquí en las manos,
como las cicatrices,
allí, dentro del alma,
como un alma del alma,
pervive el prodigioso
saber que nos hallamos,
y que su dónde está
para siempre cerrado.
Ha sido tan hermoso
que no sufre memoria,
como no sufren las fechas
los nombres o las líneas.
Nada en ese milagro
podría ser recuerdo:
porque el recuerdo es
la pena de sí mismo,
el dolor del tamaño
del tiempo, y todo fue
eternidad: relámpago.
Si quieres recordarlo
no sirve el recordar.
Sólo vale vivir
de cara hacia ese dónde,
queriéndolo, buscándolo.
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MADRID. CALLE DE...
¡Qué vacación de espejo por la calle!
Tendido boca arriba, cara al cielo,
todo de azogue estremecido y quieto,
bien atado le llevan.
Roncas bocinas vanamente urgentes
apresurar querrían
su lenta marcha de garzón cautivo.
¡Pero qué libre aquella tarde, fuera,
prisionero, escapado! Nadie
vino a mirarse en él. Él sí que mira
hoy, por vez primera es ojos.
Cimeras ramas, cielos, nubes, vuelos
de extraviadas nubes, lo que nunca
entró en su vida, ve.
Si descansan sus guardas a los lados
acero, prisa, ruido,
corren. Él, inmóvil
en el asfalto, liso estanque
momentáneo, hondísimo
abre. Y le surcan
-de alas, de plumas, peces-
crepusculares golondrinas secas.
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TRÁNSITO
¡Qué princesa final -la última hoja
de otoño- pasa por en medio, lenta,
de la ancha calle sola!
Rubia, desheredada, morganática
esposa del gorrión. Presentan armas,
inútiles aceros, ramas secas,
dobles filas de árboles, la guardia.
¡Adiós!
Las encendidas iluminaciones
urbanas a su muerte paraísos
eléctricos ofrecen, blancos campos
elíseos. ¡Arriba!
El viento, su destino, ya la sube,
alma, al cielo.
¡Adiós! Invierno, ¡qué anarquía! invierno.
Las dinastías verdes
cumpliendo trasatlánticos destierros,
esperan
abril, clarín, restauración segura.
“Cuando todo está destruido,
la única posibilidad
es poética”
(Miguel Oscar Menassa)
www.miguelmenassa.com |
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