SUMARIO
Editorial
Miguel Oscar Menassa
¿Dónde estará el amor?
Notas de dirección
Carmen Salamanca
Charles Bukowski
El timo
188
Trapicheos en Hollywood
El chico volador
En todo su esplendor
La columna
Al cabo
Poemas hallados
Nadie sino tú
De la habitación del enfermo al sol blanco y abrasador
Excusas
Desentrañarlo hasta el fondo
Evgueni Evtuchenko
Conversación con un escritor americano
Misterios
Siempre se encontrará
¡Ánimo muchachos!
¡Ciudadanos, escuchadme!
Ternura
La cólera
Entre la ciudad sí y la ciudad no
Frescores
Vicente Aleixandre
El mar no es una hoja de papel
Sobre tu pecho unas letras
Socios de honor
Agenda Grupo Cero
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EVGUENI EVTUCHENKO

Siberia, 1933

CONVERSACIÓN
CON UN ESCRITOR AMERICANO

“Me dicen:
-Eres valiente-.
No.
Yo nunca fui valiente.
Juzgaba indigno, simplemente,
rebajarme con mis compañeros cobardes.

No demolía instituciones.
Tan sólo me reía de lo falso,
lo engolado.
Escribía artículos.
No denuncias.
E intentaba decir todo
lo que pensaba.
Sí,
defendía a la gente de talento,
señalaba a los que, sin tenerlo,
querían meterse a escritores.
Pero eso es un deber,
aunque hablen simplemente de mi valentía.
Con amarga vergüenza recordarán
nuestros descendientes
-cuando hayan vencido la infamia-
aquellos tiempos
extraños
en los que
a la simple honradez
llamaban valentía...”


La perla de la sabiduría de Miguel Oscar Menassa.
Óleo sobre lienzo de 73x54 cm.

MISTERIOS

Todos los misterios de la infancia
se van como la niebla del río.
Misterios eran Tonias y Tanias.
aún con los pies rojos por el frío.

Misterios las estrellas y animales,
y las setas bajo los temblones.
Y las puertas chirriaban misteriosamente,
como sólo chirrían las puertas en la infancia.

Los enigmas del mundo iban surgiendo
como las bolitas de la boca
de un faquir encantador
que sabe su secreto.

Copos de nieve encantados
sobre campos y bosques caían.
Sonrisas encantadas
danzaban en los ojos de las niñas.

Susurrábamos algo misteriosamente
en la misteriosa pista de hielo.
Y una mano tocaba a otra mano,
temerosa, como el misterio toca al misterio.

Y, de repente, fuimos mayores.
Con su frac desgastado, el faquir
se marchó de tournée a otra infancia,
a un lejano país.

Se olvidó de nosotros, ya adultos.
Faquir: ¡qué mala persona eres!
Tan sin misterio es, que hoy nos molesta
al caernos encima la nieve.

¿Dónde estáis, encantadas bolitas?
Nuestra tristeza no tiene misterio.
Ya no son un misterio los otros,
ni nosotros lo somos para ellos.

Cuando una mano, a veces,
a otra mano toca acariciando,
sólo toca una mano, no un misterio.
¿Comprendéis? Solamente una mano.

Dadnos un misterio muy sencillo,
ese misterio que es timidez y silencio,
un misterio delgado y descalzo.
Aunque sólo sea uno, ¡dadnos un misterio!

 

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NADIE, NUNCA, ME ALCANZARÁ, SOY LA POESÍA