Cada uno de los seres humanos somos para los otros seres humanos como cuerpos extraños. Al encontrarnos no podemos otra cosa que producir reacciones sensibles y, siempre, descontroladas, algo así como las viejas reacciones antígeno anticuerpo o semejante.
El cáncer, el SIDA, las enfermedades del colágeno, el infarto de miocardio (la mayoría de las veces) lo demuestran.