SUMARIO
Editorial
Stéphane Mallarmé
Angustia
Notas de dirección
Carmen Salamanca
Germán Pardo García
Los crepúsculos del silencio (I)
Los crepúsculos del silencio (II)
Vicente Huidobro
El paso del retorno (I)
El paso del retorno (II)
Monumento al mar (I)
Monumento al mar (II)
Miguel Oscar Menassa
Adelanto del libro
"Antología Poética"
Soy el fino perfume de una tierra perfectamente helada
Somos el fruto maduro de una estación lejana
Socorro no puedo detener mis palabras
La patria del poeta
Balbucear
Frescores
Norma Menassa
El decadentismo (II)
Recital de Poesía
Día de la Mujer Trabajadora
Descargar nº 138
en PDF

GERMÁN PARDO GARCÍA

Colombia, 1902

Algún día vendrán ruiseñores a iluminarlos
y vírgenes a darles su aliento de colmenas.
Yo imaginaba desde mi silencio
la libertad de los futuros ríos;
las dinastías de ambulantes nubes;
hombres de cuerpos panorámicos,
y una luz parecida a la que surge
de las más poderosas igniciones,
y que tiene un lucero o una espada
encendida en sus puntas de diamante.

Mas, han empezado ya los crepúsculos de mi silencio.
¡Oh, vulneradas imaginaciones mías!
¡Oh, arquitecturas danzantes sobre mis sentidos
en la equidistancia de la vida y las brumas!
¡Allá donde unas islas desarraigadas vuelan!
¡Allá donde unas rosas acústicas se mecen!

Cúmplase en mí la soledad de la nocturna brisa;
la que adormece los élitros y absorbe como una esponja
las transfiguraciones del color. A ella, tan leve,
no haré resistencia para que pueda esparcirme
como lo hace con el polen de los tallos balsámicos,
donde anuda su cabellera hipnótica
y el sordo encantamiento que sale de sus músicas.

 


Déjate caer de Miguel Oscar Menassa.
Óleo sobre lienzo de 130x97 cm.


Ecos de mi sombra de Miguel Oscar Menassa.
Óleo sobre lienzo de 130x97 cm.

Nada existe en los crepúsculos de mi silencio
que no sufra al contacto de otros climas.
Son pompas de jabón alucinante
con jardines de estéril hermosura.
Viajan a las velocidades de la luz.
Quizá pasaron hace mucho
por estas mismas zonas aparentes,
y regresan ahora saturados
de polvo telescópico y de abismos.

Estas frágiles construcciones aéreas
tienen la densidad de su espejismo.
Su cósmico desorden
no apóyase en los números.
Su magnitud exacta
principia en su imposible.
Se ven a la distancia
y ocúltanse de cerca.
Florecen en la nieve
y el sol las sacrifica.
No caben entre el mar
y viven en las gotas.
Por último las llamo los crepúsculos de mi silencio.
Pudieran ser la noche de todos mis enigmas
y perdurar alzándose invisibles
más allá de mi ser cuando yo muera.

Antes no preguntaba y mis sentidos
se orientaban hacia el universo,
únicamente para escuchar y contemplar.
Oír fue la pasión inolvidable de mi espíritu.
Mas, ahora que empiezan los crepúsculos de mi silencio,
un temor religioso mis potencias invade.
Mis brazos extendidos me recuerdan
la Cruz del Sur saliendo de mi alma.
La noche es mía como nunca,
y pregunto mi hora en el tiempo infinito.

NADIE, NUNCA, ME ALCANZARÁ, SOY LA POESÍA