SUMARIO
Editorial
Juan Gelman
XCI
Notas de dirección
Carmen Salamanca
Saint-John Perse
Imágenes para Crusoe
Las campanas
El muro
La ciudad
Viernes
El loro
El parasol de piel de cabra
El arco
La semilla
El libro
César Vallejo
Batallas
Blaise Cendrars
Panamá o las aventuras de mis siete tíos (I)
Panamá o las aventuras de mis siete tíos (II)
Panamá o las aventuras de mis siete tíos (III)
Panamá o las aventuras de mis siete tíos (IV)
Frescores
Norma Menassa
El decadentismo
Seminario Sigmund Freud Gratuito
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SAINT-JOHN PERSE

Guadalupe (Colonia francesa), 1887

IMÁGENES PARA CRUSOE

 

LAS CAMPANAS

Anciano de manos desnudas
repuesto entre los hombres, ¡Crusoe!
llorabas, imagino, cuando desde las torres de la Abadía, como un flujo, se derramaba el sollozo de las campanas
sobre la Ciudad...
¡Oh Despojado!
Llorabas recordando los rompientes bajo La luna; los silbos de más distantes riberas; las músicas extrañas que nacían y se asordaban bajo el ala cerrada de la noche, semejantes a los encadenados círculos que son las ondas de una concha, a la amplificación de clamores bajo la mar.


EL MURO

El lienzo de muro está enfrente, para conjurar el círculo de tu sueño.
Pero la imagen lanza su grito.
La cabeza contra una oreja del sillón grasiento, exploras tus dientes con tu lengua: el sabor de las grasas y las salsas infecta tus encías.
Y sueñas con las nubes puras sobre tu isla, cuando el alba verde crece lúcida en el seno de las aguas misteriosas.
Es el sudor de las savias en exilio, la suarda amarga de las plantas silicuosas, la insinuación acre de los manglares
carnosos y la ácida delicia de una negra sustancia en las
vainas.
Es la miel silvestre de las hormigas en las galerías del árbol muerto.
Es un sabor de fruto verde que acidula el alba que bebes: el aire lechoso enriquecido con la sal de los alisios...
¡Alegría! ¡oh alegría desatada en las alturas del cielo!
Las telas puras resplandecen, los invisibles atrios están
sembrados de hierbas y las verdes delicias del suelo se
pintan al siglo de un largo día.

 

LA CIUDAD

La pizarra cubre sus techos, o bien la teja en que vegetan los musgos.
Su aliento se vierte por el tiro de las chimeneas.
¡Grasas!
¡Olor de los hombres urgidos, como de un soso matadero!
¡agrios cuerpos de las mujeres bajo las faldas!
¡Oh ciudad contra el cielo!
Grasas, aspirados alientos, y el vaho de un pueblo
contaminado - pues toda ciudad se ciñe de inmundicia.
Sobre la lumbrera del tenderete - sobre los cubos de basura del hospicio - sobre el olor de vino azul del barrio de los marineros - sobre la fuente que solloza en los patios de la policía - sobre las estatuas de piedra mohosa y sobre los perros vagabundos - sobre el chiquillo que silba, y el
mendigo cuyas mejillas tiemblan en la cavidad de las
mandíbulas, sobre la gata enferma que tiene tres pliegues en la frente, la noche desciende, entre el vaho de los hombres...
- La Ciudad por el río mana hacia el mar como un absceso...
¡Crusoe! Esta noche, cerca de tu Isla, el cielo que se
aproxima loará al mar, y el silencio multiplicará la
exclamación de los astros solitarios.
Corre las cortinas; no enciendas:


Tu sombra y la mía de Miguel Oscar Menassa.
Óleo sobre lienzo de 65x54 cm.

Es la noche sobre tu Isla y en su contorno, aquí y allá,
dondequiera se curva el impecable vaso del mar; es la noche color de párpados, sobre los caminos entretejidos del cielo y del mar.
Todo es salado, todo es viscoso y pesado como la vida de los plasmas.
El pájaro se arrulla en su pluma, bajo un sueño aceitoso; el fruto vano, sordo de insectos cae en el agua de las caletas, cavando su ruido.
La isla se adormece entre el circo de vastas aguas, lavada por cálidas corrientes y grasas lechadas, en la frecuentación de légamos suntuosos.
Bajo los manglares que lo fecundan, lentos peces entre el cieno han descargado burbujas de su cabeza chata; y otros que son lentos, manchados como reptiles, velan. - Los
légamos son fecundados. - Oye chasquear a las huecas
bestias en sus conchas. - Sobre un trozo del cielo verde hay un humo apresurado que es el enmarañado vuelo de los mosquitos. - Los grillos bajo las hojas se llaman
dulcemente. - Y otras bestias que son dulces, atentas a la noche, cantan un canto más puro que el anuncio de las
lluvias: es la deglutición de dos perlas hinchando su gollete amarillo...
¡Vagido de las aguas girantes y luminosas!
¡Corolas, bocas de moaré: el duelo que apunta y se
ensancha! Son grandes flores móviles en viaje, flores
vivientes para siempre, y que no cesarán de crecer por el mundo... ¡Oh el color de las brisas circulando sobre las aguas calmas, las palmas de las palmeras que se menean!
Y ni un lejano ladrido de perro que signifique la choza; que signifique la choza y el humo de la tarde y las tres piedras negras bajo el olor de pimiento.
Pero los murciélagos cortan la noche blanda con pequeños gritos.

¡Alegría! ¡oh alegría desatada en las alturas del cielo!

... ¡Crusoe! ¡estás ahí! y tu rostro se ofrece a los signos de la noche, como una invertida palma de la mano.

NADIE, NUNCA, ME ALCANZARÁ, SOY LA POESÍA