SUMARIO
Editorial
Miguel O. Menassa
La guerra
Notas de dirección
Carmen Salamanca
Rafael Alberti
Toro en el mar (1)
Toro en el mar (2)
Aquí, donde con mano desterrada
Paul Celan
Fuga de muerte
Canción de una dama en la sombra
Ojos
Ojo oscuro en septiembre
Tardío y profundo
Y así te transformaste
Mortaja
En vano dibujas corazones en la ventana
Quien se arranca el corazón del pecho en la noche
Ella peina su pelo como se peina a un perro
Frescores
Cesare Pavese
No hay generaciones perdidas
Próximos libros
Los secretos de un psicoanalista de Miguel Oscar Menassa (1)
Los secretos de un psicoanalista de Miguel Oscar Menassa (2)
Promoción especial para estudiar psicoanálisis
Curso 2011-2012
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La bella desconocida de Miguel Oscar Menassa. Óleo sobre lienzo, 100x160 cm.

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-Si yo me diera cuenta de mis privilegios, viviría mucho mejor. Ayer estuve leyendo a Pavese, escribe mejor que usted, es un gran escritor. A mí me gustaría escribir como él. ¿Y a usted, doctor?
Ella dejó caer un silencio para esperar que yo contestara alguna cosita y después prosiguió:
-Hoy tengo cosas para contarle, historias terribles acerca de mi cabeza. Todos mis nervios son sexuales. Si me quedo preñada, aborto. Hoy me siento más histérica que nunca. Por fin puedo verme así de masoquista.
¿Por qué, doctor, dígame, por qué quiero contárselo todo a mi marido? ¿Tal vez, quiera que sea mi madre? No sé, no sé.
Siento que mantener dos relaciones es realmente complejo.
Y, como ella dejó caer, como se dejan caer las miradas, otro silencio, entonces yo, esta vez, le dije:
-¿El complejo de Edipo, no?
-Por favor, doctor, no vengo aquí a que usted me hable de problemas sexuales, que ya bastante tengo con los míos.
Basta de sexo, doctor, ahora quiero ser escritora. Ahora quiero encerrarme veinte años escribiendo. Nada de luchar por la vida, nada de ser pionera, eso fueron mis antepasados y, tampoco, fueron felices.
La guerra entre los hombres me asusta, yo prefiero encerrarme, venir una vez por año, para que usted me dé la bendición y, quiero que lo entienda, yo no quiero culpar a nadie.
Pienso, sin decirle nada, que todo me parece muy raro, que ella quiera retirarse de la vida pública, cuando en realidad soy yo el que se tiene que retirar de la vida pública.
-A mí me parece que no soy bien interpretada por usted…
-Continuamos la próxima.
-¡Ah! ¿No está enojado conmigo?

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Ella me preguntó, desesperada, un ejemplo de cambio ético y yo le contesté rápidamente:
-Un cambio de ética es por ahora imposible. Un cambio de ética sería que irán presos los ahorristas y tendrán su casita los ladrones ¿te das cuenta? -le dije- eso es, por ahora, imposible.
Y ella todavía pudo decir:
-Sí, entiendo, tan imposible como que te nombren El Poeta, que hace más de 1.000 años que no pasa. Así, querido, que yo seguiré buscando.
Estábamos desganados, la austeridad había calado hondo entre nosotros. El miedo no tenía, entre nosotros, necesidad de ser, nunca habíamos violado a nadie.
Allí donde nadie podía atestiguarlo, surgía el ser, para no ser, y esa postura quedaba congelada por la muerte.
Enojosa tarea ésta de verificar el sol contra los amanerados salvajes saltimbanquis.
Extraviado, también, quiere decir: abierto a cualquier camino.
Ni siquiera la voz del hombre temblando que agoniza, tengo para ofrecerte.
Todo me parece inalcanzable, también lo que se alcanza.
Santo Tomás de las ciencias experimentales, como dice Aragón en su poema, soy capaz de arrancarme la piel de poeta, para ver si debajo de la piel tengo algo de alma, o todo es la superficie de mi piel, de mis palabras.
Crecer, me digo, antes de caer, ensombrece cualquier inteligencia, aún una inteligencia labrada en mil versos de amor.

146_
16 de abril de 1977
La historia de hoy empieza con que estoy en el Vips, esperando tranquilamente que alguna novedad altere mi ser.
Ella, como un viento rojo sobre la mañana, pone sus cabellos entre mis dientes y ama, de mí, mi espera silenciosa.
Nuestro tiempo siempre transcurre fuera de nuestro tiempo. Ella, esta mañana, tiene la garganta enrojecida de tanto clamar venganza. De tanto gritar "amor o muerte; amor o muerte". Y cae, por así decirlo, entre mis brazos, pide un té caliente y se desploma para decir que una semana de espera es mucho tiempo para nuestra locura.
Terminé de tomar tranquilamente mi café y escupí su rostro y le grité que era una verdadera estúpida.
Calló, lloró de rabia y, entre los aplausos de los camareros, me chupó la polla.
-Buenos días- le dije, con una mirada extraviada, ella se sentó a mi lado y me confesó no poder más:
-Tengo miedo y frío y nadie me quiere. Vengo, señor, por una limosna. Sólo ambiciono un poco de vida. Nunca fui feliz, siempre tuve que aparentar, viví siempre con gente y viví siempre sola. Amé desesperadamente a un hombre toda mi vida y nunca amé a nadie. Vengo, doctor, porque no puedo más. ¿No ve que tengo los dientes apretados? Toque mis pechos. ¿No ve que tengo mis pechos como dos palomas a punto de volar? Apriete mis pezones sin asco, doctor. Escuche cómo ululan las lobas marinas. Huela los olores que mi sexo despide para usted. Ame mi vientre, déme un hijo suyo. Ponga, entre mis tripas silenciosas, un destino.
-Así que tiene anginas, anginas rojas, me imagino, esas anginas que cuando uno es niño se curan en los brazos de mamá y que de grande no se curan con nada. Son una manera de vivir. Un desvío inalterable del deseo humano.
-Lo entiendo, doctor, palabras que callo, deseos que inhibo entre los estertores de mi tos.
Pagué mi café y sentí que, hoy, había ganado la mañana

 

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Miguel Oscar Menassa (Madrid) 360 €
Miguel Martínez Fondón (Madrid) 360 €
Amelia Díez Cuesta (Madrid) 360 €
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Pilar Rojas Martínez (Madrid) 360 €
Fernando Ámez Miña (Madrid) 360 €
Olga de Lucia Vicente (Madrid) 360 €
Carmen Salamanca Gallego (Madrid) 360 €
Magdalena Salamanca Gallego (Madrid) 360 €
Helena Trujillo (Málaga) 360 €
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Virginia Valdominos (Madrid) 200 €
Pablo J. García Muñoz (Madrid) 120 €
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Clara García García (Madrid) 25 €
Juan Francisco González-Díaz (Las Palmas) 20 €
Sylvie Lachaume (Ibiza) 20 €
Pino Lorenzo (Las Palmas) 20 €
Carmen Ortigosa Martín (Torrejón de Ardoz) 12 €
Luis Rodríguez Hernández (Madrid) 12 €
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Norma Menassa (Buenos Aires) 500 U$
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Marcela Villavella (Buenos Aires) 300 U$
Lúcia Bins Ely (Brasil) 150 U$
Renato Battistel (Brasil) 150 U$
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Lucía Serrano (Buenos Aires) 63 U$
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125.001 ejemplares: NADIE, NUNCA, ME ALCANZARÁ, SOY LA POESÍA