SUMARIO
Editorial
Miguel O. Menassa
La guerra
Notas de dirección
Carmen Salamanca
Rafael Alberti
Toro en el mar (1)
Toro en el mar (2)
Aquí, donde con mano desterrada
Paul Celan
Fuga de muerte
Canción de una dama en la sombra
Ojos
Ojo oscuro en septiembre
Tardío y profundo
Y así te transformaste
Mortaja
En vano dibujas corazones en la ventana
Quien se arranca el corazón del pecho en la noche
Ella peina su pelo como se peina a un perro
Frescores
Cesare Pavese
No hay generaciones perdidas
Próximos libros
Los secretos de un psicoanalista de Miguel Oscar Menassa (1)
Los secretos de un psicoanalista de Miguel Oscar Menassa (2)
Promoción especial para estudiar psicoanálisis
Curso 2011-2012
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NOTAS DE DIRECCIÓN

Distancia, hay que tomar distancia, me digo. Porque, hoy día, nada es lo que parece.

Vivimos en un mundo globalizado, donde la ficción imperante es que todo lo que ocurre se puede saber, y todo lo que se sabe, es verdad. Es la famosa sociedad de la información.

Así, las noticias vuelan de oriente a occidente, de norte a sur del planeta, teñidas por una suerte de amarillismo ideológico al servicio de intereses económicos o de poder, que en el fondo es lo mismo.

Es un viejo truco: al ofrecer más datos, más contenidos, más escritos vacíos, el humano de a pie no puede procesarlo todo. Ametrallado por tanta información, se refugia en lugares conocidos, tendencias conocidas, argumentos conocidos... Todo para no pensar.

Hoy día, nada es lo que parece, y los ejemplos son múltiples:

El que era gran aliado hace apenas un año, ahora es el cadáver de un asesinado brutalmente, exhibido sin ningún pudor en todas las televisiones.

El que fue considerado benefactor del pueblo, empresario o banquero de éxito, ejemplo de trabajo y tesón, hoy es maldito, hasta por su familia, por haber llevado a la ruina a miles de personas.

La alegría de una buena noticia (aunque sea el comienzo de la paz, después de 40 años de muerte) es enturbiada por las zancadillas de quienes les gustaría apuntarse el tanto (porque ellos no supieron o no quisieron hacerlo) y no pueden tolerar que hayan sido otros los que lo lograran.

La protesta pacífica (y posiblemente justificada) de una gran parte de la sociedad contra el absolutismo económico es banalizada hasta el punto de convertir a sus protagonistas (independientemente de su ocupación, edad o poder adquisitivo) en malhechores, mendigos o perroflautas.

Y, en este último saco, se mete todo lo que convenga a según qué tendencias políticas, incluida la gamberrada de un par de jóvenes, quizá un poco ebrios, quizá un poco ignorantes del lugar donde estaban y de la utilización que se haría de sus actos.

Porque, si nos quedaba alguna esperanza de liberación, estamos a punto de perderla, puesto que ya ni siquiera esa palabra es garantía de nada. Hoy en día, no podemos esperar nada de la esperanza.

Sí podemos, por el contrario, abandonar la lectura ingenua de la realidad, ésa que nos indica que todo lo que nos dicen es verdad, y comenzar a desconfiar de las apariencias porque sabemos que, hoy día, nada es lo que parece.

Por último, como corresponde a estas fechas del año, quisiéramos recordar a nuestros muertos.

A veces, para ocultar o taponar el dolor de la pérdida, nos embarcamos en pleitos, luchas, demandas de justicia, búsquedas de culpables o melancolías eternas, cuya única función es distraernos de la verdadera herida: hay un otro que ya no está, y nosotros sí.

La muerte tiene esas cosas...

Así que, para poder seguir, vivos, hemos decidido reconciliarnos con la vida, y lo hacemos de la manera que mejor sabemos: a través de la poesía.

En este número, como Editorial, un poema de Miguel Oscar Menassa, La Guerra, (publicado por primera vez en 1984), muy acorde, por su anticipación, con los tiempos que vivimos.

Después, Rafael Alberti, poeta español que, en 1977 (tras treinta y ocho años de exilio, veinticuatro en Argentina y catorce en Italia), regresa por primera vez a España. Sus primeras palabras al descender del avión fueron: "Me fui con el puño cerrado y vuelvo con la mano abierta en señal de concordia entre todos los españoles".

Porque eso es lo que deseamos, hoy, aquí, a 20 días de las Elecciones Generales: que el sentido común reine sobre las diferencias.

En las páginas centrales, Paul Celan, poeta en lengua alemana, nacido en Rumanía en 1920, que esquivó los zarpazos del nazismo para legarnos su poesía, su agudo saber acerca de las sociedades humanas.

Un consejo: si después de leer este número de Las 2001 noches, usted ha decidido, por fin, comprender algo del mundo en que vive, mejor estudie psicoanálisis.

Carmen Salamanca

RAFAEL ALBERTI

España, 1902

TORO EN EL MAR

1

A aquel país se lo venían diciendo
desde hace tanto tiempo.
Mírate y lo verás.
Tienes forma de toro,
de piel de toro abierto,
tendido sobre el mar.

(De verde toro muerto)

2

Mira, en aquel país
ahora se puede navegar en sangre.
Un soplo de silencio y de vacío
puede de norte a sur, y sin dejar la tierra,
llevarte.

3

Eras jardín de naranjas.
Huerta de mares abiertos.
Tiemblo de olivas y pámpanos,
los verdes cuernos.

Con pólvora te regaron.
Y fuiste toro de fuego.

4

Le están dando a este toro
pastos amargos,
yerbas con sustancia de muertos,
negras hieles
y clara sangre ingenua de soldado.
¡Ay, qué mala comida para este toro verde,
acostumbrado a las libres dehesas y a los ríos,
para este toro a quien la mar y el cielo
eran aún pequeños como establo!

5

Sobre un campo de anémonas,
cayó muerto el soldado.
Las anémonas blancas,
de grana lo lloraron.
De los montes vinieron jabalíes
y un río se llenó de muslos blancos.

6

No se podia dormir, porque escuchaba
abrirse hoyos y hoyos en la tierra.
No se podía andar, no se podía.
Los pasos ya no eran,
ya no eran pasos, porque todo el cuerpo
era lo que se hundía,
lo que había de hundirse...
... y se iba hundiendo.

7

Habría que llorar.
Sólo ortigas y cardos,
y un triste barro frío,
ya siempre, en los zapatos.

Cuando murió el soldado,
lejos, escaló el mar una ventana
y se puso a llorar junto a un retrato.

Habría que contarlo.

8

Todo oscuro, terrible. Aquella luna
que se rompió, de pronto, echando sangre.
Aquel desprevenido silencio
que de pronto impedía que mojase
la sangre al corazón, abriendo puertas
para dejarlo hundido, abandonado,
dentro de un uniforme
sin nadie.

Todo oscuro, terrible.

Mas cuando fue a entender lo que quería,
ya tan sólo era un traje.

(sigue...)

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1 dibujo diario
1 cuadro semanal

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Pregunta y respuesta de Miguel Oscar Menassa. Óleo sobre lienzo, 100x81 cm.
125.001 ejemplares: NADIE, NUNCA, ME ALCANZARÁ, SOY LA POESÍA