Y dale con que al abuelo
la guerra le hace mal
me perdí cuatro películas
y las noticias, fatal.
Y después, temen mostrarme
los programas infantiles
por las dudas algún chiste
me toque muy bien los nervios.
Y después, de lo sexual,
ya nadie me quiere hablar
como si yo apestara
o no sintiera ya nada.
El otro día escuché
que se contaban un chiste
donde era fácil escuchar
del lobo el intenso aullido.
Le preguntan al abuelo
cuánto tiempo ha pasado
que con la abuela no hacen
pim, pam, púm, pim, pam, púm.
El abuelo, pensativo
y levantando los brazos
produce un aullido tal
tan potente y prolongado
como indicando: Que allá,
alguna vez ha gozado.
Pero hay algo que no saben
los ingenuos comediantes:
que el abuelo galopó
yeguas de cualquier pelaje
y a la mujer en su corazón
le hizo un pequeño trono
y la dejó sentada
casi dos semanas
mientras él bailaba
en el carnaval.
Cuando despertaron,
ella, embellecida,
dijo que lo amaba
y que su amor
sería para siempre,
para toda la vida.
¡Toda la vida! no me gusta
hace mal, muy mal,
gritaba el abuelito
mientras bailaba el can can.
Mas ella, enternecida,
le respondió con gracia:
Ya sé, no soy la única
ni cuando te cocino
la tortilla de patatas.