comienza a tener conmigo,
un acuerdo mínimo.
Un pacto,
un peligroso pacto de sangre.
Un estúpido buenos días,
sella para siempre,
a dos hombres,
en un pequeño y final,
mínimo acuerdo.
El hombre sabe,
-buenos días,
aunque se sienta mal.
-Buenos días,
aunque nos parezca
cualquier otra cosa.
El pacto es eterno,
y no habrá a cierta hora del día,
más,
que un mínimo acuerdo:
buenos días.
El pacto,
aunque pequeño pacto,
será un pacto feroz.
En buenos días,
estamos de acuerdo con la noche,
con los amores nocturnos,
con las promesas nocturnas de amor,
con la eterna conversación entre amigos,
tules,
y brillantes perlas para los maricones.
Culo ábrete,
culo ciérrate,
y así,
va cantando el universo.
Querido,
quiero explicarte,
que el amor entre hombres,
es,
una exageración del término.
El culo,
entre grandes hombres
puede ser,
si se quiere,
una reflexión,
nunca una manera de reflexionar,
nunca un obstáculo.
El culo mi querido,
es,
una herida sangrante,
una flor a punto de brotar,
dejemos que florezca.
Cada milímetro de nuestro cuerpo,
debe alcanzar,
nuestra palabra.
El culo también,
en él anidan,
los famosos mecanismos del odio y del amor,
y las claves,
del pensamiento científico de occidente.
Lo digo una vez más
habrá culo para todo el mundo.
Un culo inmemorial,
-casi sagrado-
El gran culo.
El culo de tu madre y la mía,
ejerciendo el control,
de todo el universo.
El día y la noche,
decimos,
una dialéctica paranoica
o,
más simplemente,
vagar,
entre el rumiar de las palabras:
ahora soy pequeño,
ahora soy grande,
mato cuando me dejan,
muero cuando no puedo;
cuando no puedo,
mato para no morir,
exagero,
de mi infancia recuerdo sólo lo malo,
entonces,
quiero lo bueno para toda la humanidad,
pero, lo quiero mal.
Soy despótico,
para ser despótico me apoyo en el bien,
y si mi plan es perfecto
y mi plan siempre es perfecto,
mi destino es ser sordo,
inmensamente sordo.
Soy una estatua de piedra,
incalculable,
vieja,
un resto inanimado, en el hombre,
de su antiguo encuentro con la naturaleza.
Libros de
Miguel Oscar Menassa
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Miradas en la cumbre de Miguel Oscar Menassa.
Óleo sobre lienzo, 46x33 cm.
El día y la noche,
el cielo y el infierno,
papá y mamá,
el diablo y dios,
abel y caín,
lo bueno y lo malo,
el proletariado y la burguesía,
la razón y la locura
y, para ser modernos,
el hombre
y la mujer.
Enfrentados,
imposibles de ser.
La dialéctica no se lo permite,
en ella,
todo es
a muerte.
La guerra:
permanente.
El ojo:
avizor.
Un hombre malherido por un tajo,
un pobre hombre dividido,
una nada de amor,
un vacío incorruptible y una piedra,
que el hombre lleva en su corazón
resucita,
toma proporciones incalculables
y sin embargo,
el cálculo es perfecto.
Lo animado tiende a lo que fue:
lo inanimado.
Y ahora podemos,
simplemente,
porque podemos,
hacer todas las pruebas.
Al final,
habrá dos términos,
únicos,
fundantes,
luchando vanamente entre sí,
luchando vanamente para imponerse,
uno al otro,
otro al uno,
sin darnos cuenta,
que sólo somos,
la posibilidad del otro.
Como vemos,
una dialéctica enloquecida.
Decimos,
sin futuro.
Agregar otro término,
no disminuye el dolor
y absolutiza la idea.
El tercer término debemos saberlo,
es un espíritu ambicioso,
a quien no le alcanza ser,
subjetivo y objetivo,
y morir en esa imposibilidad.
El espíritu en cuestión,
saltará sobre sí mismo y, después
de atravesar,
(sigue...)
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