LORD BYRON
Inglaterra, 1788 |
ESTROFAS PARA LA MÚSICA
I
Ninguna de las hijas de la belleza
tiene la magia que tú tienes;
y es para mí tu dulce voz
como música en el agua:
como si su sonido hiciera
detenerse al encantado océano,
resplandecen las olas en su quietud
y parecen soñar los sosegados vientos.
II
Y la luna de la medianoche tejes
obre el mar su brillante cadena;
su pecho palpita suavemente
como un niño dormido:
así el espíritu se inclina ante ti,
para escucharte, para adorarte;
con la emoción suave y profunda
de las olas de un mar de Verano.
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“AVANZA SU BELLEZA...”
I
Avanza su belleza, cual la noche
de los climas sin nubes y estrellados;
cuanto es bello, radiante o de penumbra,
anida en su semblante y en sus ojos:
y así suaviza más esa luz tierna
que al día niega el cielo refulgente.
II
Una sombra de más, un rayo menos,
su atractivo sin nombre vulneraran
ondeando en esas trenzas de honda noche,
o encendida muy suave entre su rostro;
donde expresan sus dulces pensamientos
cuán amada, cuán pura es su morada.
III
Y sobre esas mejillas y esa frente,
tan suaves, tan serenas y elocuentes,
el rubor y la sonrisa la abrillantan,
pero expresan los días bondadosos,
su espíritu de paz sobre la tierra,
¡de un pecho cuyo amor es inocente!
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