HEINRICH HEINE
Alemania, 1797 |
CANCIONES DE LA CREACIÓN
VI
La materia, el asunto del poema
no te lo sacas de la manga;
ni Dios ha creado de la nada,
ni lo consiguen los cantores mortales.
El cuerpo del hombre lo fabriqué
de un puñado de milenario barro,
y para la lozana mujer tomé
un costillar de su flanco.
Creé el cielo a partir de la tierra
y al ángel de una desenvoltura,
pues las palabras cobran su valor
por el arte de su hechura.
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ANEXO
34
Al quejarme de mis penas
bostezasteis sin contestar,
mas una vez fundidas en versos
me elogiasteis sin cesar.
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PRIMAVERA NUEVA
XXXIV
La carta que me has escrito
no puede intimidarme:
ya no quieres amarme,
pero, ¡qué larga te ha salido!
Doce folios, prietos y densos:
¡un pequeño manuscrito!
No se explaya uno tanto
cuando desea despedirse.
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INTERMEZZO LÍRICO
XLVII
Me han atormentado
y causado grandes disgustos:
unos con su amor
y otros con su odio.
Me han envenenado el pan
y dado cicuta a beber:
unos con su amor
y otros con su odio.
Mas ella, mi mayor tormento,
mi enojo y mi tristeza,
nunca me ha odiado,
no,pero tampoco nunca me amó.
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AUTORÍA INCIERTA
Besar la mano, alzar el sombrero,
inclinar la cabeza y doblar la rodilla:
querida, ¡eso es pura cortesía,
el corazón no toma parte en ello!
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EN TIERRA EXTRAÑA
I
De pueblo en pueblo vas rodando
sin saber ni siquiera el sentido.
El viento ternezas te está susurrando
y miras hacia atrás, sorprendido.
La amada que se quedó allá lejos
te reclama ahora con ternura:
¡Oh vuelve, yo te quiero bien,
tú eres toda mi ventura!
Pero adelante, siempre adelante,
no puedes detenerte ya,
y lo que hogaño amaste tanto
no lo volverás a ver jamás.
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II
¡Qué afligido te encuentro hoy,
nunca antes te he visto así!
Corren las lágrimas por tu rostro
y no paras de suspirar ¡ay de mí!
¿Acaso piensas en la patria lejana
que entre la niebla se te desvaneció?
Confiésamelo, a veces quisieras
regresar a la tierra de tu pasión.
¿Piensas acaso en la dama graciosa
que haciendo pucheros te deleitó?
Cuando te enfadabas se apaciguaba ella,
y al final siempre reíais los dos.
¿Acaso piensas en los buenos amigos
que te abrazaron en los duros trances?
Los corazones rebosaban de ideas,
pero las palabras no les daban alcance.
¿Piensas acaso en tu madre y hermana?
Con ambas, amigo, te llevabas bien.
Paréceme que se va aplacando
la cólera que golpeaba tu sien.
¿Recuerdas los árboles y las aves
del bello jardín, donde has soñado
los jóvenes sueños de un tierno amor,
unas veces triste, otras esperanzado?
Es tarde ya. La noche se pone
el turbio traje de la nieve aguada.
He de vestirme a toda prisa
para asistir a una velada.
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III
Una hermosa patria tuve un día
en donde el roble
se erguía y dulces violetas se mecían,
fue un sueño.
Algo me besó en alemán, y en alemán me dijo
(es increíble
lo bien que sonaba) la palabra: “¡Te quiero!”
Fue un sueño. |