SUMARIO
J.C. Friedrich von Schiller
Tres palabras de fortaleza
Oda a la alegría
Reminiscencia
Amor y apetito
Friedrich Nietzsche
Solitario
La ciencia alegre
Virgilio
Libro I (fragmento)
Garcilaso de la Vega
En tanto que de rosa y azucena
Soneto IV
Soneto VIII
Heinrich Heine
Mar del Norte
1er ciclo catarsis
2º ciclo preguntas
El regreso
A la espera
¿Dónde?
Degeneración
Canciones de la creación
Anexo
Primavera nueva
Intermezzo lírico
Autoría incierta
En extraña tierra I
En extraña tierra II
En extraña tierra III
Lord Byron
Tinieblas
Estrofas para la música
"Avanza su belleza..."
 
32ª Feria del Libro de Buenos Aires
 
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GARCILASO DE LA VEGA

España, 1501

EN TANTO QUE DE ROSA
Y DE AZUCENA

En tanto que de rosa y de azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
con clara luz la tempestad serena;

y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió, un vuelo presto,
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena:

coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.

Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza en su costumbre.

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SONETO IV

Un rato se levanta mi esperanza,
mas cansada d’haberse levantado,
torna a caer, que deja, a mal mi grado,
libre el lugar a la desconfianza.

¡Quién sufrirá tan áspera mudanza
del bien al mal? ¡Oh corazón cansado,
esfuerza en la miseria de tu estado,
que tras fortuna suele haber bonanza!

Yo mesmo emprenderé a fuerza de brazos
romper un monte que otro no rompiera,
de mil inconvenientes muy espeso;
muerte, prisión no pueden, ni embarazos,
quitarme de ir a veros como quiera,
desnudo espíritu o hombre en carne y hueso.

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SONETO VIII

De aquella vista pura y excelente
salen espirtus vivos y encendidos,
y siendo por mis ojos recebidos,
me pasan hasta donde el mal se siente;

éntranse en el camino fácilmente
por do los míos, de tal calor movidos,
salen fuera de mí como perdidos,
llamados d’aquel bien que está presente.

Ausente, en la memoria la imagino;
mis espirtus, pensando que la vían,
se mueven y se encienden sin medida;

mas no hallando fácil el camino,
que los suyos entrando derretían,
revientan por salir do no hay salida.


El hombre que soñaba demasiado. Óleo sobre lienzo 80 x 80 cm. de Miguel Oscar Menassa
NADIE, NUNCA, ME ALCANZARÁ, SOY LA POESÍA