Vladimir Holan
Chequia, 1905 |
NIEVE
La nieve empezó a caer a medianoche. Y es verdad
que donde se está mejor es sentado en la cocina
aunque sea la cocina del insomnio.
Allí hace calor, te preparas algo, bebes vino
y miras por la ventana la eternidad familiar.
Por qué ibas a torturarte por saber si nacimiento y muerte
son sólo puntos,
puesto que la vida no es una línea recta.
Por qué ibas a atormentarte al ver el calendario
y a preocuparte por el valor que está en juego.
¿Y por qué ibas a admitir que no tienes
ni para zapatos para Saskia?
¿Y por qué ibas a envanecerte
de que sufres más que los demás?
Aunque en la tierra no existiera el silencio
ese nevar lo habría inventado ya en su sueño.
Estás solo. Ningún gesto. Nada de qué hacer gala." 
El refugio de Miguel Oscar Menassa.
Óleo sobre lienzo de 46x33 cm.
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Kathleen Raine
Reino Unido, 1908 |
EL INSTANTE
Para poner por escrito todo lo que contengo en este instante
vaciaría el desierto a través de un reloj de arena,
el mar a través de una clepsidra,
gota a gota y grano a grano
a los impenetrables, inmensurables mares y arenas mutables liberados.
Porque los días y las noches de la tierra se desmoronan sobre mí
las mareas y las arenas me atraviesan,
y yo sólo tengo dos manos y un corazón para retener
al desierto y al mar.
Si se escapa y me esquiva, ¿qué puedo contener?
Las mareas me arrastran
el desierto se desliza bajo mis pies.
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LA HOJA
“Con qué belleza cae”, dijiste,
al tiempo que una hoja giraba y volteaba
en viento invisible sostenida,
con qué ligereza hasta el suelo
prolonga su vuelo.
Tú, por la caída de una hoja olvidaste
vejez, soledad,
el esqueleto abatido que es el cuerpo,
las tullidas manos, el flaco sentir,
el mundo cruel y su dolor.
¿De qué fue presagio esa hojita
para ti?, compromiso de oro
entre tú ¿qué oculto
mensajero al corazón
oriundo de una tierra benigna y simple?

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