GABRIELA MISTRAL
Chile, 1889 |
NOCHE DE METALES
Dormiremos esta noche
sueño de celestes dejos
sobre la tierra que fue
mía, del indio y del ciervo,
recordando y olvidando
a turnos de habla y silencio.
Pero todos los metales,
sonámbulos o hechiceros,
van alzándose y viniendo
a raudales de misterio
-hierro, cobre, plata, radium-
dueños de nosotros, dueños.
Son lameduras azules
que da la plata en los pechos,
son llamaradas de cobre
que nos trepan en silencio
y lanzadas con que punza
a las tres sangres, el hierro.
Por confortarnos los pies
vagabundos, y aprenderse
nuestros flancos y afirmamos
los corazones sin peso,
los tres del miedo ganados,
los tres de noche indefensos.
Y la noche se va entera
en este combate incruento
de metales que se allegan
buscando, hallando, mordiendo
lo profundo de la esencia
y la nuez dura del sueño.
Al fin escapan huidos
en locos filibusteros
y seguimos la jornada
cargando nuestro secreto,
arcangélicos y rápidos
de haber degollado el miedo.
Liberados caminamos
como los raudales frescos,
sin acidia y sin cansancio,
ricos de origen y término,
por la nocturna merced
de los andes arcangélicos
que dentro de su granada
impávidos nos tuvieron.
Vamos cargando su amor
como un amianto en el pecho,
como la casta y el nombre,
como la llama en silencio
que no da chisporroteo
y según nuestros orígenes
despeñados de lo Eterno. |
ENRIQUE MOLINA
Argentina, 1910 |
EL PASO DE LOS DÍAS
Durante cierto tiempo, sin saberlo quizás,
viví la vida cotidiana, en medio de moscas aberrantes
y gentes que decían “Buenos días”, “Adiós”
o “Eres sin duda alguna miserable, y hasta cuándo
tu maldita costumbre de perder pie, tan lamentable”.
Dedicado a trabajos absurdos, aunque a pesar de todo
la vida cotidiana
fluía beso a beso, latido a latido,
no era ni luz ni sombra, y siempre había
personas muertas o remotas en el hogar.
Pero después
llegó la extraña vida, la insaciable, la insólita,
pendiente de un hilo, convirtiendo en pasión
toda cosa, en lugares de pájaros y olas,
quemándome las manos,
envenenada por el viento y el mar, una existencia
eminentemente escandalosa, con moscas y ruinas
y bocas que decían “Buenos días”, “Adiós”
y extrañas ambiciones y maneras de morir,
todo
exactamente igual a la vida cotidiana.

Desde el otro lado de la verdad, de Miguel Oscar Menassa. Óleo sobre lienzo de 38x46 cm.
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