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Oliverio Girondo
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Los laberintos de la neurosis obsesiva (3ª edición)
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El puente de Mirabeau
Tuve el valor de mirar hacia atrás
El viajero
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“ANTOLOGÍA POÉTICA”
de Miguel Oscar Menassa
La mujer y yo (23)
La mujer y yo (47)
Feria del libro de Madrid 2016
 
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GUILLAUME APOLLINAIRE

Italia, 1880

EL PUENTE DE MIRABEAU

Bajo el puente Mirabeau fluye el Sena
Y nuestros amores
¡Ay! cómo me acuerdo
La alegría venía siempre después de la pena
Venga la noche suene la hora
Los días se van me quedo
Sigamos frente a frente las manos en las manos
Mientras bajo
El puente de nuestros brazos pasa
De las eternas miradas el agua tan cansada
Venga la noche suene la hora
Los días se van me quedo
El amor se va como esta agua que corre
El amor se va
Qué lenta es la vida
Y qué violenta la Esperanza
Venga la noche suene la hora
Los días se van me quedo
Pasan los días y pasan las semanas
Ni el tiempo pasado
Ni los amores vuelven
Bajo el puente Mirabeau corre el Sena
Venga la noche suene la hora
Los días se van me quedo

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TUVE EL VALOR
DE MIRAR HACIA ATRÁS

Tuve el valor de mirar hacia atrás
Los cadáveres de mis días
Marcan mi camino y les voy llorando
Unos se pudren en las iglesias italianas
O en pequeños bosques de limoneros
Que florecen y fructifican
Al mismo tiempo y en todas las estaciones
Otros días lloraron antes de morir en las tabernas
Donde ardientes ramos rodaban
Ante los ojos de una mulata que inventaba la poesía
Y las rosas de la electricidad se abren aún
En el jardín de mi memoria

EL VIAJERO

A Fernand Fleuret

Abridme esta puerta donde llamo llorando

La vida es tan variable como el Euripo
Mirabas un tropel de nubes bajando
Con el navío huérfano hacia las fiebres futuras
Y de todas estas añoranzas de todos estos arrepentimientos
¿Te acuerdas?
Vagos peces arqueados flores submarinas
Una noche era el mal
Y los ríos ahí se derramaban
Me acuerdo me acuerdo aún
Una noche entré en un albergue triste
Cerca de Luxemburgo
En el fondo de la sala levantaba el vuelo un Cristo
Alguien tenía un hurón
Otro un erizo
Se jugaba a las cartas
Y tú me habías olvidado
¿Te acuerdas del largo orfanato de las estaciones?
cruzamos ciudades que giraban todo el tiempo
Y vomitaban de noche el sol de los días
Oh marineros oh mujeres sombrías y vosotros compañeros
míos
Acordaros
Dos marineros que nunca se habían separado
Dos marineros que nunca se habían hablado
El más joven muriéndose cayo de costado
Oh vosotros queridos compañeros
Timbres eléctricos de las estaciones canto de las segadoras
Trineo del carnicero regimiento de las calles sin nombre
Caballería de los puentes noches lívidas del alcohol
Las ciudades que he visto vivían como locas
¿Te acuerdas de los suburbios y del rebaño quejumbroso
[de los paisajes?
Los cipreses proyectaban bajo la luna sus sombras
Aquella noche yo escuchaba el declive del verano
Un pájaro lánguido y siempre irritado
Y el ruido eterno de un río ancho y oscuro
Pero mientras moribundas rodaban hacia el estuario
Todas las miradas todas las miradas de todos los ojos
Las orillas estaban desiertas llenas de hierbas silenciosas
Y la montaña en la otra ribera era muy clara.
Entonces sin ruido sin que se pueda ver nada vivo
Contra el monte pasaron sombras vivaces
De perfil o de repente girando sus vagos rostros
Y levantando la sombra de sus lanzas hacia delante
Las sombras contra el monte perpendicular
Crecían o a veces bajaban bruscamente
Y esas sombras barbudas lloraban humanamente
Deslizándose paso a paso sobre la montaña clara
¿ A quién reconoces sobre esas viejas fotografías?
¿Te acuerdas del día donde una abeja cayó en el fuego?
Era ¿te acuerdas? al final del verano
Dos marineros que nunca se habían separado
El mayor llevaba al cuello una cadena de hierro
El más joven peinaba su pelo rubio en forma de trenza
Abridme esta puerta donde llamo llorando
La vida es tan variable como el Euripo

Traducción: Claire Deloupy

NADIE, NUNCA, ME ALCANZARÁ, SOY LA POESÍA