GUILLAUME APOLLINAIRE
Italia, 1880 |
Estás en el jardín de una posada en las cercanías de Praga
Te sientes muy feliz hay una rosa en la mesa
Y observas en lugar de escribir tu cuento en prosa
La cetonia que duerme en el corazón de la rosa
Con espanto te ves dibujado en las ágatas de San Vito
Estabas mortalmente triste el día en que te viste allí
Te pareces a Lázaro enloquecido por la luz
Las agujas del reloj del barrio judío andan al revés
Y tú también retrocedes en tu vida lentamente
Subiendo al Hradchin y de noche escuchando
En las tabernas cantar canciones checas
Aquí estás en Marsella en medio de las sandías
Aquí estás en Coblenza en el hotel del Gigante
Aquí estás en Roma bajo un níspero del Japón
Aquí estás en Amsterdam con una muchacha que encuentras
guapa y que es fea
Ella debe casarse con un estudiante de Leyde
Allí alquilan cuartos en latín Cubicula locanda
Me acuerdo de eso allí pasé tres días y otros tantos en Gouda
Estás en París ante el juez de instrucción
Como un criminal fuiste arrestado
Has hecho dolorosos y alegres viajes
Antes de percibir la mentira y la edad
Sufriste por amor a los veinte y a los treinta años
He vivido como un loco y he perdido mi tiempo
Ya no te atreves a mirar tus manos y continuamente quisieras
sollozar
Por ti por la que amo por cuanto te espantó
Miras con ojos llenos de lágrimas a esos pobres emigrantes
Creen en Dios rezan las mujeres amamantan a los niños
Llenan con su olor el hall de la estación Saint-Lazare
Tienen fe en su estrella como los reyes magos
Esperan ganar dinero en la Argentina
Y volver a su país después de haber hecho fortuna
Una familia transporta un edredón rojo como vosotros
transportáis vuestro corazón
Ese edredón y nuestros sueños son también irreales
Algunos de esos emigrantes se quedan y se alojan
En cuchitriles de la calle des Rosiers o de la calle des
Ecouffes
Los he visto a menudo de tarde tomando el aire en la calle
Y se desplazan escasamente como las piezas de ajedrez
Hay sobre todo judíos sus mujeres usan peluca
Se quedan sentadas exangües en el fondo de las tiendas
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Estás de pie ante la barra de un bar crapuloso
Tomas un café de dos centavos entre los infelices
Estás de noche en un gran restaurante
Esas mujeres no son malas tienen preocupaciones sin
embargo
Todas aun la más fea han hecho sufrir a su amante
Ella es la hija de un sargento urbano de Jersey
Sus manos que no había visto están endurecidas y agrietadas
Siento una inmensa piedad por las costuras de su vientre
Humillo ahora a una pobre muchacha de risa horrible mi boca
Estás solo va a llegar la mañana
Los lecheros hacen sonar sus tarros en las calles
La noche se aleja como una bella mestiza
Es Ferdine la falsa o Léa la atenta
Y bebes este alcohol ardiente como tu vida
Tu vida que te bebes como un aguardiente
Caminas hacia Auteuil quieres ir a pie a casa
Dormir entre tus fetiches de Oceanía y de Guinea
Son Cristos de otra forma y de otra creencia
Son los Cristos inferiores de las oscuras esperanzas
Adiós Adiós
Sol cuello cortado

El alquimista de Miguel Oscar Menassa.
Óleo sobre lienzo de 60x50 cm.
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