SUMARIO
Editorial
Constantino Cavafis
Esperando a los bárbaros
Notas de dirección
Carmen Salamanca
Guillaume Apollinaire
Zona I
Zona II
Zona III
Francisco Urondo
B.A. Argentine I
B.A. Argentine II
B.A. Argentine III
B.A. Argentine IV
B.A. Argentine V
B.A. Argentine VI
B.A. Argentine VII
B.A. Argentine VIII
Adelanto del libro
“ANTOLOGÍA POÉTICA”
de Miguel Oscar Menassa
La muerte del hombre I
La muerte del hombre II
Socios de honor
Poesía y Flamenco
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FRANCISCO URONDO

Argentina, 1930

rodeada de sombras que la amaban
desde un mundo sin forma
eran los que han muerto hace mucho
aquellos a quienes no atribuimos ninguna desgracia
los abuelos sonrientes
que miran más allá del cansancio
del lugar de su dicha aparente y antigua

la desdicha cambia con el tiempo
y toma los aires de la felicidad
y nos toca
y suspiramos por el tiempo pasado
por los momentos ajenos
por todo aquello que no podrá pertenecernos nunca
que no podremos imaginar
o que se impondrá
en nuestra saturada memoria

su piel era tersa
sin quejidos
tocada por el silencio y el fuego
bordeada por antiguos temores
aquellas sombras daban miedo con su amor injusto
o la dejaban insegura
o un poco sola
y se cruzaba de brazos para esperar
sus brazos eran sólidos
como el agua impaciente de guaymallén

el agua que miraba sin rabia
no era el miedo ni la esperanza
era un relámpago de vino
que se derramaba sobre pie de palo
un grito que brilla y se olvida
en el contorno de las sierras chepes
en el filo de los penitentes
era el suyo como el brazo seguro de puente del inca
era el aconcagua erguido como el amor
era la nieve más helada de los andes
la ternura más tibia
la materia más blanca y silenciosa del universo
era el calor de tucumán
y los helechos
y los hongos que ella acariciaba
era el sudor y el andar de algunas mujeres

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Mujeres abiertas como el mar de Miguel Oscar Menassa.
Óleo sobre lienzo de 60x50 cm.

sus sienes brillaban
sus ojos buscaron el calor de la tierra
un cuerpo rodó por esa ladera
y su fragancia fue creciendo
mientras el cuerpo y el sudor
maduraban
era el fuego
era villa quinteros y sus borrachos
y la presencia de su extensa bondad
pero también el mundo que se oculta y se olvida
era el azúcar
y la madrugada negra de los ingenios
era el sudor
corrompido por una riqueza que faltaba
que no quisieron distribuir
era el clavel del aire
flotando en la quebrada y en el olvido
era belén sin redentores y arrasada por nadie
era el polvo y la sal de santiago
nuestro triste y apartado mundo

aquí se deshojan las tierras demoradas
los hombres olvidados
los amores perdidos
aquí se lucha contra la autocompasión
es el agua abandonada de las siete corrientes
es la madera ajena del chaco
es el blanco algodón de los otros
y la roja palmera de los amores

es la soledad del tartagal
la angustia del tanino que se pierde
es la blanca
la impura madrugada del arroz

es la blanca madrugada

(sigue...)

NADIE, NUNCA, ME ALCANZARÁ, SOY LA POESÍA