SUMARIO
Olga Orozco
El sello personal
En tu inmensa pupila
El retoque final
Andante en tres tiempos
El narrador
La mala suerte
Para este día
Al pie de la letra
En la brisa, un momento
Frescores
Juan-Jacobo Bajarlía
Orígenes creacionistas del ultraísmo
1. Dos cartas olvidadas
2. Plagio y muestrario ultraico-creacionista
Socios de Honor
Festival Poético Grupo Cero
Descargar nº 123
en PDF

OLGA OROZCO

Argentina, 1920

EL NARRADOR

En paz es un relato descriptivo el que repite paso a paso el
cuerpo,
una enumeración de llanuras y ocasos, de barcas y colinas,
que no tiene comienzo ni final,
lo mismo que un fragmento entresacado del texto de otra
historia.
¿Pero quién permanece como un lagarto inmóvil bajo el sol?
En cuanto cunde el miedo, la penuria o la peste,
la narración se altera en esos puntos donde se quiebra el orden,
y entonces aparecen crónicas de invasiones y derrotas,
episodios oscuros donde hay fieras ocultas y algún otro es el
rey
y uno es un fugitivo debajo de la piel,
tal como si habitara en el párrafo intruso de una leyenda
negra.
Igual hay que perder hasta concluir sin conocer jamás el
verdadero desenlace.
Pero llega el amor, su séquito de estrellas y el ala inalcanzable
del deseo,
sobrepasando siempre los límites de toda separación, de
todo abrazo,
y el cuerpo se hace altura, precipicio, vértigo, desvarío,
dispuesto a transgredir y a ser atajo hacia lugares en los que
nunca estuvo,
él, el protagonista de una fábula única,
el que se prueba por primera vez el corazón, los ojos y las
manos,
y es la respuesta exacta y el espejo donde alguien recupera el
paraíso.
Aunque al final apenas permita traslucir la puñalada del
destino:
así agoniza cada vez el mundo,
con un cuerpo que sobra y con una novela interrumpida.
No habrá tregua después ni siquiera en el sueño,
ni siquiera tratando de dormir sobre el costado ileso,
porque ya no lo hay -nada más que capítulos deshechos,
vidrios rotos,
el inventario de la soledad, hueso por hueso-,
porque no hay aridez como la que se narra con un cuerpo
que termina en sí mismo,
un cuerpo que se lee lo mismo que un adiós borroneado en
la arena.
Y no hablemos ahora de temblores ni de perplejidades ni de
alertas
con los que ilustra el cuerpo sus cuentos fantasmales,
episodios ambiguos donde las sombras crujen y no hay nadie
o se siente avanzar el porvenir a través de la escarcha de otro
mundo,
como si no supiéramos que el cuerpo no es de aquí,
que viene de muy lejos y se va,
sin aclararnos nunca si es reverso del alma, una opaca
versión de lo invisible,
una trampa superflua,
¿o un nudo, sólo un espeso nudo en la gran transparencia?
¿Y a qué modelo alude con su muerte final ese intérprete
ciego,
el mártir, el incauto, el que no sabe,
el que apaga las luces y cierra el escenario de este lado?

........................................................................

LA MALA SUERTE

Alguien marcó en mis manos,
tal vez hasta en la sombra de mis manos,
el signo avieso de los elegidos por los sicarios de la
desventura.
Su tienda es mi morada.
Envuelta estoy en la sombría lona de unas alas que caen y
que caen
llevando la distancia dondequiera que vaya,
sin acertar jamás con ningún paraíso a la medida de mis
tentaciones,
con ningún episodio que se asemeje a mi aventura.
Nada. Antros donde no cabe ni siquiera el perfume de la
perduración,
encierros atestados de mariposas negras, de cuervos y de
anguilas,
agujeros por los que se evapora la luz del universo.
Faltan siempre peldaños para llegar y siempre sobran
emboscadas y ausencias.
No, no es un guante de seda este destino.
No se adapta al relieve de mis huesos ni a la temperatura
de mi piel,
y nada valen trampas ni exorcismos,
ni las maquinaciones del azar ni las jugadas del empeño.
No hay apuesta posible para mí.
Mi lugar está enfrente del sol que se desvía o de la isla que se
aleja.
¿No huye acaso el piso con mis precarios bienes?
¿No se transforma en lobo cualquier puerta?
¿No vuelan en bandadas azules mis amigos y se trueca en
carbón el oro que yo toco?
¿Qué más puedo esperar que estos prodigios?
Cuando arrojo mis redes no recojo más que vasijas rotas,
perros muertos, asombrosos desechos,
igual que el pobrecito pescador al comenzar la noche
fantástica del cuento.
Pero no hay desenlace con aplausos y palmas para mí.
¿No era heroico perder? ¿No era intenso el peligro? ¿No era
bella la arena?
Entre mi amado y yo siempre hubo una espada;
justo en medio de la pasión el filo helado, el fulgor venenoso
que anunciaba traiciones y alumbraba la herida en el final de
la novela.
Arena, sólo arena, en el fondo de todos los ojos que me
vieron.
¿Y ahora con qué lagrimas sazonaré mi sal,
con qué fuego de fiebres consteladas encenderé mi vino?
Si el bien perdido es lo ganado, mis posesiones son
incalculables.
Pero cada posible desdicha es como un vértigo,
una provocación que la insaciable realidad acepta,
más tarde o más temprano.
Más tarde o más temprano,
estoy aquí para que mi temor se cumpla.

www.grupocero.org

 


www.momgallery.com - (D2509) MOM

PARA ESTE DÍA

Reconozco esta hora.
Es esa que solía llegar enmascarada entre los pliegues de otras
horas,
la que de pronto comenzaba a surgir como un oscuro
arcángel detrás de la neblina
haciendo retroceder mis bosques encantados,
mis rituales de amor, mi fiesta en la indolencia,
con sólo trazar un signo en el silencio,
con sólo cortar el aire con su mano.
Esa, la de mirada como un vuelo de cuervo y pasos
fantasmales,
que venía de lejos con su manto de viaje y las mejillas
escarchadas,
y se iba bajando la cabeza, de nuevo hasta tan lejos
que yo buscaba en vano la huella del carruaje en el pasado.
Hora desencarnada,
color de amnesia como dibujada en el vacío del azogue,
igual que una traslúcida figura enviada desde un retablo del
olvido.
¿Y era su propio heraldo,
el fondo que se asoma hasta la superficie de la copa,
la anunciación de dar a luz las sombras?
No supe descifrar su profecía,
ese susurro de aguas estancadas que destilan a veces los
crepúsculos,
ni logré comprender el torbellino de plumas grises con que me
aspiraba
desde un claro de ayer hasta un vago anfiteatro iluminado
por lluvias y por lunas,
allá, entre los ventisqueros del irreconocible porvenir;
aquí, donde ahora se instala, maciza como el demonio del
advenimiento,
en su sitial de honor en medio de la asamblea de otras horas,
pálidas, transparentes,
y me dice que mis bosques son luces extinguidas y aves
embalsamadas,
que mi amor era erróneo, como un espejo que se contempla
en otro espejo,
que mi fiesta es un cielo replegado en el sudario de mis
muertos.
Y se queda esta vez, sin bajar la cabeza.

........................................................................

AL PIE DE LA LETRA

El tribunal es alto, final y sin fronteras.
Sensible a las variaciones del azar como la nube o como
el fuego,
registra cada trazo que se inscribe sobre los territorios
insomnes del destino.
De un margen de la noche a otro confín, del permiso a la
culpa,
dibujo con mi propia trayectoria la escritura fatal, el ciego
testimonio.
Retrocesos y avances, inmersiones y vuelos, suspensos y
caídas
componen ese texto cuya ilación se anuda y desanuda con las
vacilaciones,
se disimula con la cautela del desvío y del pie sobre el vidrio,
se interrumpe y se pierde con cada sobresalto en sueños del
cochero.
¿Y cuál será el sentido total, el que se escurre como la bestia
de la trampa
y se oculta a morir entre oscuras malezas dejándome la piel
o huye sin detenerse por los blancos de las encrucijadas,
laberinto hacia adentro?
Delación o alegato, no alcanzo a interpretar las intenciones
del esquivo mensaje.
Difícil la lectura desde aquí, donde violo la ley y soy el
instrumento,
donde aciertos y errores se propagan como una ondulación,
un vicio del lenguaje o las disciplinadas maniobras de una
peste,
y cambian el color de todo mi prontuario en adelante y
hacia atrás.
Pero hay alguien a quien no logra despistar la ignorancia,
alguien que lee aun bajo las tachaduras y los
desmembramientos de mi caligrafía
mientras se filtra el sol o centellea el mar entre dos líneas.
Impresa está con sangre mi confesión; sellada con ceniza.


www.momgallery.com - (D2521) MOM

 

125.001 ejemplares: NADIE, NUNCA, ME ALCANZARÁ, SOY LA POESÍA