SUMARIO
Olga Orozco
El sello personal
En tu inmensa pupila
El retoque final
Andante en tres tiempos
El narrador
La mala suerte
Para este día
Al pie de la letra
En la brisa, un momento
Frescores
Juan-Jacobo Bajarlía
Orígenes creacionistas del ultraísmo
1. Dos cartas olvidadas
2. Plagio y muestrario ultraico-creacionista
Socios de Honor
Festival Poético Grupo Cero
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OLGA OROZCO

Argentina, 1920

ANDANTE EN TRES TIEMPOS

Más borroso que un velo tramado por la lluvia sobre los ojos
de la lejanía,
confuso como un fardo,
errante como un médano indeciso en la tierra de nadie,
sin rasgos, sin consistencia, sin asas ni molduras,
así era tu porvenir visto desde las instantáneas rendijas
del pasado.
Sin embargo detrás hay un taller que fragua sin cesar
tu muestrario de máscaras.
Es un recinto que retrocede y que te absorbe exhalando
el paisaje.
Allí en algún rincón están de pie tus primeras visiones,
y también las imágenes de ayer y aun los espejismos
que no se condensaron,
más las ciegas legiones de fantasmas que son huecos
anuncios todavía.
Entre todos imprimen un diseño secreto en las alfombras
por donde pasarás,
muelen tus alimentos de mañana en el mortero de lo
desconocido
y elaboran en rígidos lienzos los ropajes para tu absolución
o tu condena.
Cambia, cambia de vuelo como la ráfaga del enjambre bajo
la tormenta.
Un soplo habrá disuelto la reunión;
un soplo la convoca en un nuevo diseño, junto a nuevos
ropajes y nuevos alimentos.
¡Qué vivero de formas al acecho de un molde desde el
principio hasta el final!

Palmo a palmo, virando
de un día a otro fulgor, de una noche a otra sombra,
llegas con cada paso a ese lugar al que te remolcaron todas
las corrientes:
una región de lobos o corderos donde erigir tu tienda una
vez más
y volver a partir, aunque te quedes, aspirando de nuevo por la
boca del viento.
Es esa la comarca, esa es la casa, esos son los rostros que
veías difusos,
fraguados en el humo de la víspera,
apenas esculpidos por el aliento leproso de la niebla.
Ahora están tallados a fuego y a cuchillo en la dura
sustancia del presente,
una roca escindida que ahora permanece, que ya se
desmorona,
que se escurre sin fin por la garganta de insaciables arenas.
Entre la oscilación y la caída, si no te deslizas hacia adelante,
mueres.
Apresúrate, atrapa el petirrojo que huye, la escarcha que se
disuelve en el jardín.
Somételos con un ademán tan rápido que se asemeje a la
quietud,
a esa trampa del tiempo solapado que se desdobla en antes
y en después.


El lago de la esperanza de Miguel Oscar Menassa.
Óleo sobre lienzo, 100x73 cm.

Sólo conseguiras un presagio de plumas y un resabio de hielo.
A veces, pocas veces, un modelo para los esplendores y las
lágrimas de tu porvenir.

¿Y qué fue del pasado, con su carga de sábanas ajadas y de
huesos roídos?
¿Es nada más que un embalaje roto,
una mano en el vidrio ceniciento a lo largo de toda la
alameda?
¿O un depósito inmóvil donde se acumulan el oro y las
escorias de los días?
Pliega las alas para ver.
Esa mole que llevas creciendo a tus espaldas es tu albergue
vampiro.
No me hables sólamente de un panteón o de algún tribunal
embalsamado,
siempre en suspenso y hasta el fin del mundo.
Porque también allí cada dibujo cambia con el último trazo,
cada color se funde con el tinte de la nueva estación o la que
viene,
cada calco envejece, se resquebraja y pierde su motivo
en el polvo;
pero el muro en que guardas estampadas las manos de la
infancia
es ese mismo muro que proyecta unas manos finales sobre
los muros de tu porvenir.
¿Y acaso ayer no asoma algunas veces como marzo en
septiembre y canta en la enramada?
Todo es posible cuando se desborda y rehace un recuento la
memoria:
imprevistas alquimias, peldaños que chirrían, cajones
clausurados y carruajes en marcha.
Sorprendente inventario en el que testimonian hasta las puertas
sin abrir.
Hoy, mañana o ayer,
nunca ningún refugio donde permanecer inalterable entre
la llama y el carbón.
Los oleajes se cruzan y conspiran como los visitantes en los
sueños,
intercambian espumas, cáscaras, amuletos y papeles cifrados
y jirones,
y todo tiempo inscribe su sentencia bajo las aguas de los
otros tiempos,
mientras viajas a tumbos en tu tablón precario
justo en el filo de las marejadas.
Pero hay algo, tal vez, que logró sustraerse a las
maquinaciones de los años,
algo que estaba fuera de la fugacidad, la duración y la
mudanza,
Guarda, guarda esa prenda invulnerable que cobraste al pasar
y que llevas oculta como un ladrón furtivo desde el
comienzo hasta el futuro.
Estandarte o sortija, perla, grano de sal o escapulario,
describe una parábola de brasas a medida que te aproximas,
que llegas, que te alejas:
tu credencial de amor en la noche cerrada.

125.001 ejemplares: NADIE, NUNCA, ME ALCANZARÁ, SOY LA POESÍA