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RAFAEL ALBERTI

España, 1902

DE LOS ÁLAMOS
Y LOS SAUCES

14

A ti, enterrado en otra tierra.

Perdidos, ¡ay, perdidos!
los niños de la luz por las rotas ciudades
donde las albas lentas tienen sabor a muert
y los perros sin amo ladran a las ruinas;
cuando los ateridos
hombres locos maldicen en las oscuridades,
se vuelcan los caballos sobre el vientre desierto
y solamente fulgen guadañas repentinas;

entonces, que es ahora,
pienso en ti, en esa noble osamenta abonando
trigos merecedores de más verdes alturas,
árboles que susurren tu nombre dignamente,
y otro cielo, otra aurora
por los que te encontrarás tranquilo, descansando,
viéndote en largo sueño remontar las llanuras,
hacia un clamor de torres erguidas al poniente.

Pienso en ti, grave, umbrío,
el más hondo rumor que resonara a cumbre,
condolido de encinas, llorado de pinares,
hermano para aldeas, padre para pastores;
pienso en ti, triste río,
pidiéndote una mínima flor de tu mansedumbre,
ser barca de tus pobres orillas familiares
y un poco de esa leña que hurtan tus cazadores.

Descansa, desterrado
corazón, en la tierra dura que involuntaria
recibió el riego humilde de tu mejor semilla.
Sobre difuntos bosques va el campo venidero.
Descansa en paz, soldado.
Siempre tendrá tu sueño la gloria necesaria:
álamos españoles hay fuera de Castilla,
Guadalquivir de cánticos y lágrimas del Duero.

ESTÁIS DE ACUERDO

Es más,
estáis de acuerdo con los asesinos,
con los jueces,
con los legajos turbios de los ministerios,
con esa bala que de pronto puede hacernos morder el sabor
[de las piedras
o esas celdas oscuras de humedad y de oprobio
donde los cuerpos más útiles se refuerzan o mueren.
Estáis,
estáis de acuerdo,
aunque a veces algunos de vosotros pretendáis ignorarlo.

¿Qué son esos silencios,
esas caras de tempestad oculta,
reprimida,
cuando el mantel se abre ante nosotros lo mismo que un
[insulto,
igual que una limosna que nos ata a vuestro pobre
[pensamiento,
a vuestra bolsa despreciable siempre pendiente en vuestros
[ojos?
Estáis,
estáis de acuerdo.
No pretendáis negarlo.
Es inútil.

Hay que huir,
que desprenderse de ese tronco podrido,
de esa raíz comida de gusanos
y rodar a distancia de vosotros para poder haceros frente
y exterminaros confundiéndonos con los que hicieron
[vuestras fábricas,
labraron vuestras tierras,
agonizaron en vuestros dominios.
Porque es cierto que estáis,
que estáis todos de acuerdo con la muerte.

 

125.001 ejemplares: NADIE, NUNCA, ME ALCANZARÁ, SOY LA POESÍA