SUMARIO
Editorial
Charles Bukowski
El corazón que ríe
Notas de Dirección
Carmen Salamanca
Germán Pardo García
Vitalidad del sueño
Du Fu
Escrito en el muro de la ermita de Chang
La aldea Oiang
Yannis Ritsos
Romiosini
Teresa Wilms Montt
Autodefinición
Belzebuth
Audre Lorde
Memorial
Aurora Estrada y Ayala
Un hombre que pasa
Gerardo Diego
Continuidad
Nicolás Guillén
Mujer nueva
Adelanto del libro
“ANTOLOGÍA POÉTICA”
de Miguel Oscar Menassa
Arráncame la vista amada
Aforismos
Agenda Grupo Cero

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Gerardo Diego

España, 1896

CONTINUIDAD

Las campanas en flor
no se han hecho para los senos de oficina
ni el tallo esbelto de los lápices
remata en cáliz de condescendencia
La presencia de la muerte
se hace cristal de roca discreta
para no estorbar
el intenso olor a envidia joven
que exhalan los impermeables

Y yo quiero romper a hablar a hablar
en palabras de nobles
agujeros dominó del destino
Yo quiero hacer del eterno futuro
un limpio solo de clarinete
con opción al aplauso
que salga y entre libremente
por mis intersticios de amor y de odio
que se prolongue en el aire y más allá del aire
con intenso reflejo en jaspe de conciencias

Ahora que van a caer oblicuamente
las últimas escamas de los llantos errantes
ahora que puedo descorrer la lluvia
y sorprender el beso tiernísimo
de las hojas y el buen tiempo
ahora que las miradas de hembra y macho
chocan sonoramente y se hacen trizas
mientras aguzan los árboles sus orejas de lobo
dejadme salir en busca de mis guantes
perdidos en un desmayo de cielo
acostumbrado a mudar de pechera

La vida es favorable al viento
y el viento propicio al claro ascendiente
de los frascos de esencia
y a la iluminación transversal de mis dedos
Un álbum de palomas rumoroso a efemérides
me persuade al empleo selecto
de las uñas bruñidas
Transparencia o reflejo
el amor diafaniza y viaja sin billete
de alma a alma o de cuerpo a cuerpo
según todas las reglas que la mecánica canta

Ciertamente las campanas maduras
no saben que se cierran como los senos
de oficina
cuando cae el relente
ni el tallo erguido de los lápices
comprende que ha llegado
el momento de coronarse de gloria
Pero yo sí lo sé
y porque lo sé lo canto ardientemente
Los dioses los dioses miradlos han vuelto
sin una sola cicatriz en la frente.

 

Nicolás Guillén

Cuba, 1902

MUJER NUEVA

Con el círculo ecuatorial
ceñido a la cintura como a un pequeño mundo,
la negra, la mujer nueva,
avanza en su ligera bata de serpiente.

Coronada de palmas
como una diosa recién llegada,
ella trae la palabra inédita,
el anca fuerte,
la voz, el diente, la mañana y el salto.

Chorro de sangre joven
bajo un pedazo de piel fresca,
y el pie incansable
para la pista profunda del tambor.

 


La guerra de los dioses de Miguel Oscar Menassa.
Óleo sobre lienzo de 50x50 cm.

NADIE, NUNCA, ME ALCANZARÁ, SOY LA POESÍA