Silvia Plath
Estados Unidos, 1932 |
APRENSIONES
Allí está un muro blanco, por encima de él el cielo se crea,
infinito, verde, absolutamente intocable.
Los ángeles y las estrellas nadan indiferentes en él.
Allí está mi camino.
El sol se desvanece en este muro, sangrando sus luces.
Ahora es un muro grisáceo, desgarrado y sangrante.
¿No hay manera de salir del pensamiento?
Pasos en espiral sobre mi espalda, hacia un pozo.
No hay árboles o pájaros en este mundo,
únicamente amargura.
Este muro rojo se sobresalta continuamente:
un puño rojo abriendo y cerrando,
dos bolsas grisáceas, parecidas al papel.
Esto es de lo que estoy hecho, esto y terror
de ser llevado entre cruces y una lluvia de devociones.
En un muro negro, pájaros irreconocibles
giran sus cabezas y lloran.
¡No hablan sobre la inmortalidad entre ellos!
Fríos vacíos se acercan:
se aproximan con prisa.
La sonrisa del gato de Miguel Oscar Menassa.
Óleo sobre lienzo de 100x81 cm.
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Charles Baudelaire
Francia, 1821 |
LA GIGANTA
Cuando en su poderoso numen hijos monstruosos
a diario paría la Creación, yo quisiera
haber vivido junto a una joven giganta,
como un gato sensual a los pies de una reina.
y ver cómo su cuerpo y su alma florecían
creciendo libremente en sus juegos terribles;
saber si una sombría llama abriga su pecho
por las húmedas nieblas que nadan en sus ojos;
recorrer a mi gusto sus magníficas formas;
trepar por la ladera de sus grandes rodillas,
y a veces, en verano, cuando malsanos soles,
a tumbarse en el campo, fatigada, la impulsan,
indolente a la sombra de sus pechos dormirme,
cual aldea apacible al pie de una montaña.
Raúl González Tuñón
Argentina, 1905 |
BAUDELAIRE
Fue un profeta y vislumbraba el siglo
en que la acción fuera hermana del sueño
y reinventó la poesía, una manera
de recordar que el poeta es un hombre
al que a veces agobian la incomprensión, el barro,
el alquiler, la luna.
Pero él fue poeta, inmenso como un río.
Un río puro impuro
que arrastró légamo y estrellas.
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