Luis de Góngora
España, 1561 |
¿NO ME BASTABA EL PELIGRO...?
97
(1593)
¿No me bastaba el peligro
de una grave enfermedad,
que, pues no me mató ella,
repito para inmortal,
(5) sino condenarme ahora
a pretender, y labrar,
un lisonjero imposible,
y un suave pedernal?
¿Qué te ha hecho, crudo Amor,
(10) esta pobre libertad,
blanco de tus demasías
(no las llamo flechas ya)?
Forastero bienvenido
que vais para la ciudad:
(15) si ya os detuviere en ella
o gusto o necesidad,
guardaos, mil veces os digo,
de un basilisco mortal,
que está su mayor ponzoña
(20) en su más dulce mirar;
de un ángel, el más hermoso
que vistió la humanidad,
que de cruel y de bello
está dudoso lo más.
(25) Témela el Amor, y tanto,
que han confirmado amistad,
mayor que se prometía
de mujer y de rapaz,
todo, en daño de las almas:
(30) ya yo lo sé por mi mal,
que he pisado entre sus flores
áspid que sabe matar.
Armado, se esconde Amor,
de saetas de crueldad,
(35) en los ojos que tremolan
traidoras leñas de paz;
asegúrase el deseo,
fíase la voluntad,
y dan en las fieras puntas
(40) del arquero desleal.
Las señas de esta alevosa,
para que la conozcáis,
son, demás de los extremos
de su gloriosa beldad,
(45) que, si canta, se suspende
la armonía celestial,
y si llora, enjuga al alba
sus lágrimas de cristal.
Con mi ejemplo y estas señas,
(50) caballero, caminad,
que ella me condena a muerte,
y yo me voy a enterrar.
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E. E. Cummings
Estados Unidos, 1894 |
DE LA MENTIRA DEL NO
de la mentira del no
surge una verdad del sí
(ella misma sólo y quien
es ilimitadamente)
hace entender a los tontos
(cómo me aburro) que no
todo el furor del pensar
es igual a una violeta
Versión de Alfonso Canales
La cuarta parte de Miguel Oscar Menassa.
Óleo sobre lienzo de 100x81 cm.
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