SUMARIO
Editorial
Mary Oliver
Gansos salvajes
Notas de Dirección
Carmen Salamanca
Piedad Bonnett
El comienzo de las cosas
Las cicatrices
Los imperturbables
Charles Bukowski
El genio de la multitud
Manuel del Cabral
Sexo cumpliendo
Luis de Góngora
¿No me bastaba el peligro...?
E. E. Cummings
La mentira del no
Herman Hesse
Lobo estepario
Gabriel García Márquez
Soneto matinal a una colegiala ingrávida
Silvia Plath
Aprensiones
Charles Baudelaire
La giganta
Raúl González Tuñón
Baudelaire
Julio Cortázar
El encubridor
Adelanto del libro
“ANTOLOGÍA POÉTICA”
de Miguel Oscar Menassa
Puesta en escena
Aforismos
Agenda Grupo Cero

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Herman Hesse

Alemania, 1877

LOBO ESTEPARIO

Yo voy, lobo estepario, trotando
por el mundo de nieve cubierto;
del abedul sale un cuervo volando,
y no cruzan ni liebres ni corzas el campo desierto.

Me enamora una corza ligera,
en el mundo no hay nada tan lindo y hermoso;
con mis dientes y zarpas de fiera
destrozará su cuerpo sabroso.

Y volviera mi afán a mi amada,
en sus muslos mordiendo la carne blanquísima
y saciando mi sed en su sangre por mi derramada,
para aullar luego solo en la noche tristísima.

Una liebre bastara también a mi anhelo;
dulce sabe su carne en la noche callada y oscura.
¡Ay! ¿Por qué me abandona en letal desconsuelo
de la vida la parte más noble y más pura?

Vetas grises adquiere mi rabo peludo;
voy perdiendo la vista, me atacan las fiebres;
hace tiempo que ya estoy sin hogar y viudo
y que troto y que sueño con corzas y liebres
que mi triste destino me ahuyenta y espanta.
Oigo al aire soplar en la noche de invierno,
hundo en nieve mi ardiente garganta,
y así voy llevando mi mísera alma al infierno.


Empobrecimiento de los dioses de Miguel Oscar Menassa.
Óleo sobre lienzo de 50x50 cm.

Gabriel García Márquez

Colombia, 1927

SONETO MATINAL
A UNA COLEGIALA INGRÁVIDA

Al pasar me saluda y tras el viento
que da al aliento de su voz temprana
en la cuadrada luz de una ventana
se empaña, no el cristal, sino el aliento.

Es tempranera como una campana.
Cabe en lo inverosímil, como un cuento
y cuando corta el hilo del momento
vierte su sangre blanca la mañana.

Si se viste de azul y va a la escuela,
no se distingue si camina o vuela
porque es como la brisa, tan liviana

que en la mañana azul no se precisa
cuál de las tres que pasan es la brisa,
cuál es la niña y cuál es la mañana.

NADIE, NUNCA, ME ALCANZARÁ, SOY LA POESÍA