JUBILACIÓN
Después de haber cumplido
con todas las tareas, me pregunto
muy cerca de los setenta años
¿quién me ama? ¿quién vive en mí?
Acaso, yo haya sido,
a pesar de todos mis amores
a pesar de todos mis trabajos,
un hombre solitario.
Mi familia, mis hijos,
la mujer del comienzo,
mis amados discípulos,
¿sabrán algo de mí?
¿Alguno de mis versos,
habrá entrado en sus vidas?
¿Alguno de mis versos,
alivió algún dolor?
Y esa mujer en plena libertad
que ambiciona mi canto
¿ha podido algún hombre amar
esa belleza interminable?
¿Algún hombre ha podido
dejar crecer una mujer a su lado
para verla partir, si es necesario,
porque el mundo y el amor la esperan?
Y no quiero exagerar
sólo quiero preguntarme
¿por qué vida habré pasado?
¿qué dolor me atormentó?
¿Supe acaso amar y dar
sin preguntarme por qué?
Y a mi amada Poesía
¿supe dejarla volar?
Le di alas al poema
a mis versos alas di,
pero nunca hemos podido
de nuestra casa salir.
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El poema está volando
y nadie lo detendrá.
Volar era su destino
pero el mío, era cantar.
Por eso dejo partir
versos, amores y dichos.
Cuando volando se alejan
comienzo una historia nueva.
Y no quiero molestar
ni a jóvenes ni a mayores
pero debo confesar
que mi alegría es brutal.
La diosa Poesía y bellas mujeres
se han quedado a mi lado.
Hasta mi propio corazón
está cerca de mí.
Tal vez ya estoy ilusionado
e imagino una vida,
nueva, espléndida y diversa
que nunca podré vivir.
Más, sin embargo, deseo
estar muy bien preparado
del alma, de los dineros,
del cuerpo, de los amores.
Por si llegara a pasar
un día cualquiera de esos
que los humanos, contentos,
nos pongamos a charlar.
Por si llegara a venir
ese día quiero estar
defendido por mis versos
y algún pensamiento más.
Y si nunca ha de llegar
no importa, sigo estudiando,
escribiendo y denunciando.
Amando; siendo feliz. |