SUMARIO
Editorial
Vladimir Maiakovski
Prólogo de "La nube en pantalones"
Notas de Dirección
Carmen Salamanca
Delmira Agostini
En tus ojos
Nocturno
Fernando Pessoa
Más allá de la curva del camino
Es tal vez el último día de mi vida
Eliseo Diego
El día de los otros
César Moro
Un camino de tierra en medio de la tierra
El plato de sombrero
Juan L. Ortiz
Sobre los montes
Venía de las colinas
¿Quién eres tú?
Fui al río
Germán Pardo García
Llanto lunar
Adelanto de la "Antología Poética" de Miguel Oscar Menassa
Llegó la poesía y me dijo
Al Sur de Europa
El genoma humano
Aforismos
Flamenco, Tango y Poesía

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JUAN L. ORTIZ

Argentina, 1896

¿QUIÉN ERES TÚ?

¿Quién eres tú, oh niña, y de qué campos
con esa flauta triste?

¿Por qué el aire suena así tan melancólico
si el arroyo es el camino, allá,
de la plata del aire?

¿Quién eres tú, de música y de lágrimas,
en las colinas del silencio?

¿Quién eres tú, di, quién eres tú,
y es de este mundo ese país que hilas
de repente a mi lado lo mismo que una lluvia?

¿Quién eres tú, y de qué muerte vienes,
o de qué vida dulce ni siquiera soñada
suspendida a un paisaje apenas entrevisto?

Quién eres tú, di?
¿Eres la pena desconocida, de qué tiempos?
¿que encuentra no se sabe dónde, no se sabe qué agua,
y moja y moja un aire blanco?

¿O eres acaso, di,
eres la dicha inédita, niña misma del aire,
pero en un “aire” tímido tejido
por unos dedos de neblina,
al saberte, oh tú, recién libre de los velos,
y todavía imposible, ay, en los juncos de aquí?

¿Quién eres tú, di, de llanto antiguo,
alada sobre un arroyo antiguo, en el soplo antiguo
de una melancolía casi de ángel
con las perlas, que no sabemos, de este aire?

¿Quién eres tú, oh niña, y qué rocíos
los de esa flauta íntima?

¿Y qué hálito es el tuyo, di,
que nos une, al final, del otro lado ya del aire,
en un solo hilo de tiempo, altísimo,
sobre las gotas de un abismo?


En los pantanos, de Miguel Oscar Menassa.
Óleo sobre lienzo de 80x80 cm.

FUI AL RÍO

Fui al río, y lo sentía
cerca de mí, enfrente de mí.
Las ramas tenían voces
que no llegaban hasta mí.
La corriente decía
cosas que no entendía.
Me angustiaba casi.
Quería comprenderlo,
sentir qué decía el cielo vago y pálido en él
con sus primeras sílabas alargadas,
pero no podía.

Regresaba
-¿Era yo el que regresaba?-
en la angustia vaga
de sentirme solo entre las cosas últimas y secretas.
De pronto sentí el río en mí,
corría en mí
con sus orillas trémulas de señas,
con sus hondos reflejos apenas estrellados.
Corría el río en mí con sus ramajes.
Era yo un río en el anochecer,
y suspiraban en mí los árboles,
y el sendero y las hierbas se apagaban en mí.
¡Me atravesaba un río, me atravesaba un río!

 

 

GERMÁN PARDO GARCÍA

Colombia, 1902

LLANTO LUNAR

Si estaba sola, diáfana y tranquila,
¿por qué nosotros ir hasta su suelo,
desgarrar la hermosura de su velo
y enturbiar esa mágica pupila?

¡Pero tuvo que ser! El hombre enfila
su compulsión hacia distinto cielo,
y rompe las barreras de su anhelo
dejando atrás lo que a sus pies vacila.

Hombre divino, sí, pero inhumano,
con esferas de hidrógeno en la mano
y más grandioso cuanto más se agita,

prosigue su galope hacia la nada,
sin ver que de la luna bombardeada
se desprende una lágrima infinita.

 

NADIE, NUNCA, ME ALCANZARÁ, SOY LA POESÍA