SUMARIO
Editorial
Miguel O. Menassa
Domingo 7 de octubre
Notas de dirección
Carmen Salamanca
Olga Orozco
Desdoblamiento en máscara de todos
Grandes maniobras
Las muertes
Carilda Oliver Labra
Elegía en abril
Elegía
Gioconda Belli
Amor de frutas
Carmen Conde
Habla de sus hijos a Dios
Voz de la vieja Eva al sentirse en María
Ernestina de Champourcin
Instante
Cepo
Fuga
Gloria Fuertes
De la vida cotidiana
Va de capa caída
La secta de los mendigos
María Elena Walsh
La casa
Elizabeth Azcona Cranwell
De la era de piscis a la era de acuario
Alejandra Pizarnik
Solamente
Salta con la camisa en llamas
Sólo un nombre
Cenizas
Peregrinaje
Crepúsculo
Origen
Ella se desnuda en el paraíso
Federico García Lorca
Alocución al pueblo de Fuente Vaqueros (Granada) en septiembre de 1931
Promoción especial para estudiar psicoanálisis
Curso 2011-2012
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ERNESTINA DE CHAMPOURCIN

España, 1905

INSTANTE

Lentamente, en la paz otoñal se desliza
un pálido fantasma con blancura de flor;
el viento, suspirando los ecos del dolor,
se quiebra al resonar enfermo de una risa.

La hoja desprendida del árbol centenario
cruje como un misterio en la sombra dormida,
y se escucha el pisar doliente de la vida,
y la fuga del tiempo hacia el fúnebre osario.

Nace la eternidad al morir de las horas;
el silencio se cierra egoísta y secreto,
ahogando con sus velos al fantasma que llora.

En la quietud hostil hay un grave concierto;
la campana del mundo tenuemente desflora
la agonía sin fin de ese algo que ha muerto.

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CEPO

La tarde, flexible y larga,
se anudó estrechamente
al latir de mi garganta.

Suave, ligera,
¡cómo tiraba!
¡Qué sordo crujir de nervios
y de palabras!

Los pinos me hundieron sus agujas;
un embrollo de zarzas
tejió un collar ceñido
sobre mi piel tostada.

Ya la tarde se iba;
pero, cuánto apretaba.
Me arrastró hacia el mar
sujeta con los grillos
de la nube soñada...

¿El sol querría al morir
que yo le acompañara?

 

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El temblor de mis ojos de Miguel Oscar Menassa.
Óleo sobre lienzo de 35x27 cm.

FUGA

Ha pulido tu amor
la copa de mi alma
con el roce fatal
de su deslumbramiento,
en el cándido prisma
de tan leves cristales
se diluye la gracia
de tu perfil eterno.

Ya casi no conozco
el radio que trazaba
en mi espejo sensible
la presión de tus dedos.
A fuerza de limarlo hiciste
de mi espíritu
un vidrio que cebrean
las púas del silencio.

Alerta al menor soplo
que hiere lo insondado,
-crisol estremecido
por las brisas astrales-,
como en un parapeto
se me escapa tu sombra,
tras la red que tejiste
enhebrando pensares.

Inexacta visión
de amplitud multiforme
oscilando en el aspa
fatal del Universo,
ya eres sólo una forma
que reviste mi antojo
en el vasto bullir
de su ritmo complejo.

NADIE, NUNCA, ME ALCANZARÁ, SOY LA POESÍA