SUMARIO
Editorial
Miguel O. Menassa
Domingo 7 de octubre
Notas de dirección
Carmen Salamanca
Olga Orozco
Desdoblamiento en máscara de todos
Grandes maniobras
Las muertes
Carilda Oliver Labra
Elegía en abril
Elegía
Gioconda Belli
Amor de frutas
Carmen Conde
Habla de sus hijos a Dios
Voz de la vieja Eva al sentirse en María
Ernestina de Champourcin
Instante
Cepo
Fuga
Gloria Fuertes
De la vida cotidiana
Va de capa caída
La secta de los mendigos
María Elena Walsh
La casa
Elizabeth Azcona Cranwell
De la era de piscis a la era de acuario
Alejandra Pizarnik
Solamente
Salta con la camisa en llamas
Sólo un nombre
Cenizas
Peregrinaje
Crepúsculo
Origen
Ella se desnuda en el paraíso
Federico García Lorca
Alocución al pueblo de Fuente Vaqueros (Granada) en septiembre de 1931
Promoción especial para estudiar psicoanálisis
Curso 2011-2012
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ELIZABETH AZCONA CRANWELL

Argentina, 1933

DE LA ERA DE PISCIS
A LA ERA DE ACUARIO

El mundo hizo girar sus vandálicas huestes,
y no entendimos los desplazamientos.
Una sordidez quedó fuera de nuestro medio
y nuestro hablar.

Y sin embargo: oye cómo el canto te agita. Oye cómo
la novedad del siglo te cambia aire tras aire y te
respira con las intermitencias del vacío.
¿Qué guardas para tu memoria? Quieres sacar a
flote tu nueva permanencia para entender los ruidos
y mudanzas del cielo.

Ahora sí ¿Qué noche vendrá desde los astros? Ya se
han puesto de acuerdo los nombres de la nada.
¿Y cuándo tu camino se enredó en las raíces? ¿Quién
lentifica las transmutaciones de esta materia
indómita, de este secreto ser que se quiere
nombrable, nominando después
de cualquier cambio?

También tu nombre se agita por permanecer, por ser
hablado, por escucharse. Tu nombre va a decirse
entre cambios de oxígeno de piel. Tus ojos quieren
la llama perdurable aún con la visión de campos
arrasados: los poseen, intentan apropiárselos
aunque los miren devastarse.

Has estado sólo cierto tiempo frente a tu condición
de ser que va a morir. Has preguntado cosas a los
naipes, te has vuelto a los planetas pretendiendo
tocarlos con tu inventado personaje. Colgada de tu
cuello luce tu hoja de ruta, el nombre de tus
convidados ebrios por tu vino de imán y tus
costumbres.

Ya sabes la palabra que dividió los pueblos y las
razas para encontrar aquello disputado entre poder
y guerras. Su afán de inventarse un lugar dadivoso,
de abundancia y calor.

Tristes negociaciones de frac y de vuelos suntuarios.
Hoy ceden su lenguaje armado por señales.
Ausentes componedores de la tierra,
altos justificantes de las desgracias de los otros.
“El mal es necesario” dicen en transportes de alcohol
y apremio mediador. Ya se ha pactado con la vida,
navegan seres el espacio azul. Se ha pactado con los
líquidos sangrientos que sólo se doblegan a quien
vende o sucumbe.

Si trajimos de algún sitio perdido todo este nuevo
preguntar, si aceptamos que todo absurdo trae una
pequeña llama para alumbrar esta conducta
inextricable, si sostenemos que el amor es poco, poca
la luz, estallaremos en órbitas gigantes para
representarnos el dolor de vivir.

Vivir porque hay un sol que en el diario saludo
se vuelve lumbre, porque la noche abriga y el páramo
seduce, en su incontaminada claridad.

Si es que habitamos nuestro propio destierro,
si halláramos un haz de soledad, una pequeña celda
de dulzura y apenas un reflejo de vela para el
coloquio audaz con cada uno de los momentos que
dejamos. Si demoramos pensando en otro tiempo
y en brasas alejadas que saben nuestra voz, porque
nos conocieron cuando aún no podíamos hablar, en
una infancia que se asomaba al mundo para
prometerle más grandeza.


El adiós de las brujas de Miguel Oscar Menassa.
Óleo sobre lienzo de 114x146 cm.

 

Rezaremos el nombre de los padres y el nombre de
los padres de los padres. Y todos esos padres que
aguardaron para que el sol pudiera celebrarse. Y
si se pierde el nombre ya es tan poco. Y si se pierde
esa ración de amor que no perdurará, que volverá
a la tierra en la gota de lluvia, en el agua del
charco cuando la lluvia cesa.

¿Donde has caído, ser? ¿En qué zona del siglo que
no te reconoce y te exige tu miedo y tu holocausto?

Fuera del tiempo mueren las palabras; la moda las
reclama para sí. Se buscan claves entre las sinonimias
del pasado, nombres de emperadores que nuestra
adolescencia recreó. Caen los bosques desde los cuentos
de la infancia, los palacios de arcilla y de durazno,
inventados un estío marino.

La juventud persiste sin piedad. Su aliento martillea
el amor y todo lo presiente la madurez iluminada,
la vejez improbable que no despertará a otro sol
o a la sabiduría.

¿Quién puede asir una sustancia móvil, como ésta de
los días que nos rozan? ¿Quién puede con la voluntad
del nombre y el poder de la voz? ¿Quién puede en fin,
hacer de los sucesos la esencia peregrina
que al mismo tiempo brilla y enmudece?

Encontrar la conciencia es tarea demente. Un afán
de gigante que se dobla de amor por tocar
lo pequeño. En el mundo seremos. Fuertes como
una llama, variables como el viento de octubre,
tristes como la lluvia, sedientos como el pan del verano.
Y solos al final, con la certeza del lugar puro donde
perece la palabra.

Con azules molinos combatidos por las enunciaciones
de la tierra, con el viento a los pies y los rezos de sal
como amuletos, por la alondra que dijo la mañana
aunque ignorara el lila de sus tonos, por quien
adivinó su corazón, sin conocer su bárbaro destino.
antes que las repeticiones de la historia oigamos
los sonidos del espacio.

Nos hablaron de los trigos mercenados, creemos en
Homero y la Biblia, en la sabiduría de lo oculto, en
el candor que niega el indagar, en algunos poetas,
en cierta música ordenada que nos resguarda del
delirio.

Astro tras astro, exploraremos nuestras caras
y nuestras mínimas esperas.
En uno será el sol, la tormenta de verse
la condición de generarse solo y necesario
como un hombre primero frente al mundo.


Abierto a la vejez de Miguel Oscar Menassa. Óleo sobre lienzo de 114x146 cm.
NADIE, NUNCA, ME ALCANZARÁ, SOY LA POESÍA