SUMARIO
Editorial
Miguel Oscar Menassa
Cumplir 60 años. Prisionero
Libros
Poética del Exilio
de Miguel Oscar Menassa
Giros de viento (1)
Giros de viento (2)
Giros de viento (3)
Giros de viento (4)
Giros de viento (5)
Socios de Honor
Feria del Libro de Madrid
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Me miro y se me nota.
Soy exactamente una encrucijada.
Un tironeamiento visceral
contra otro tironeamiento visceral.
En la misma mirada,
dos odios,
dos amores.
En el mismo fuego,
dos llamaradas,
dos cenizas.
Cuando la sangre acontecía,
era contra la propia sangre.
Tan roja,
una como otra.
Turbulentas manos,
con un esfuerzo comparable a morir,
desarticulan el mecanismo:
El número dos no existe,
es siempre
un desdoblamiento de la imagen.

¿Escribir es parte de la farsa o escribir es mi superioridad, mi [hombría?

Al borde del descuartizamiento,
un hombre debería gritar, pidiendo socorro,
un hombre debería gritar, pidiendo
un hombre debería gritar,
un hombre debería
un hombre
y sin embargo,
un hombre también es una caída estrepitosa,
un amante de su propia masacre,
un exquisito recuerdo de sus desgarramientos.
Una historia
que se viene repitiendo desde siglos.
Encuentros desesperados no tengo más,
en general no tengo encuentros.
Todo estalla.
Todo es sublime.
El cuerpo y la palabra,
así escritos,
son, debemos saber,
bordes de una dialéctica.
Y en esa endemoniada lucha
entre la existencia y la esencia,
siempre triunfa:
La realidad.
La verdad.
El síntoma.
Hombres, mujeres,
encaprichados,
en las famosas y viejas relaciones
entre libres y esclavos.
A mí,
me gustaría comenzar todo de cero.
Frente a ese vacío.
Frente a esa imposibilidad.
Humos y barbarie.
Y una lenta tarde,
donde todo transcurra como si fuera poco,
como si fuera lejano su transcurrir.
Brisa marina,
arcángel de la noche.
Toco su boca,
perfume y violencia entre las
tinieblas.
Desencadeno en mi ser
los ritos del amor.
Vendimia seca.
Florezco entre tus jugos.
Entretejo mi vida entre tus helechos.
Ancla y mar,
tus olores,
tus peces abiertos y desordenados.
Ojo de bestia.
Vaca.
Vaca de la soledad.
A veces pienso que lo mejor
es beberse salvajemente los néctares.
A veces pienso que lo mejor
es comerse salvajemente los frutos.
Tengo conmigo, lo sé,
frutos y néctares,
para comerme y beberme salvajemente.
Y sin embargo, escribir
siempre es
una alegría para el corazón.
Emerger de las sombras,
emerger de las sombras del mar. Canguro acuático.
Horas de una vida siempre desesperada y viva.
Pequeñas palabras
irán haciendo el mundo.
Tercos galopes
irán cubriendo las distancias.
Entre bellezas marinas rasgo tu piel,
escenifico mi vida,
en los contornos de tu ritmo,
te detecto imprecisa,
entre las leves hojas de papel.


Cuando quieras preguntar de Miguel Oscar Menassa.
Óleo sobre lienzo, 65x50 cm.

Al viento.
Al tiempo.
A la poesía.
Tenaz entre tus muertos,
loca y viva,
iridiscente ojo molecular,
llama de amor,
la poesía,
tenaz,
álgebra purificadora,
ardiente antiséptico
contra los pequeños animalitos del bosque.
Nervio nocturno y luz,
músculos y masacre,
carnes,
vendimias de la carne,
la poesía,
tenaz,
en el futuro,
contra lo que pueda oler a podrido.
Al viento.
Al tiempo.
A la poesía.

Rosas ambarinas,
y también,
rosas de colores comunes
y espinas
de rosas sanguíneas y carnosas.
Y también espinas salvajes de una perfumada rosa blanca,
–como alguna vez ocurrió–
antiguas y delicadas,
espinas del amor.
Corona de espinas enamoradas sobre la cabeza del pequeño
[niño dicelotodo.
El poeta,
fiel y empecinado corruptor del sentido.
Soldado de lo inevitable.
Sombra expectante sobre todo.
El poeta,
pequeño niño,
no se sostiene sobre sus piernas.
No sabe lo que quiere.
Es arrastrado por el afán social que pesa sobre él,
de denunciarlo todo.
Y en cada denuncia,
en cada encuentro con la verdad,
es todos,
vale decir,
ninguno.

(sigue...)

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125.001 ejemplares: NADIE, NUNCA, ME ALCANZARÁ, SOY LA POESÍA