SUMARIO
Editorial
Edgar Bayley
La mano
Notas de dirección
Una revista singular (Las 2001 Noches) por Leopoldo de Luis
Blaise Cendrars
Prosa del transiberiano y de la pequeña Juana de Francia
Raul Gustavo Aguirre
Alguna Memoria III
Aforismos
Miguel Oscar Menassa
Octavio Paz
Luis Cernuda
Luis Cernuda
La gloria del poeta
Desolación de la quimera
A sus paisanos
Aforismos
Juan Carlos de Brasi
Aforismos
Heráclito de Efeso
Miguel Oscar Menassa
Hoy, de vivir, mi padre, hubiese cumplido 75 años

NOTAS DE DIRECCIÓN

UNA REVISTA SINGULAR
(LAS 2001 NOCHES)

Esta revista de poesía está editada por el «Grupo Cero». Desde que tuve noticia de este Grupo, pensé en aquella teoría que don Antonio Machado pone en boca de su apócrifo Abel Martín, según la cual el Gran Cero es una creación divina que proporciona al hombre un concepto de totalidad: la suma de cuanto no es, que sirve de límite y frontera a cuanto es.

El Grupo Cero ofrece también una totalidad poética, creando sobre la realidad común un mundo poético que le pone fronteras a la invasión de ese otro mundo asfixiante de utilitarismo mercantilista. Y no por huir de la realidad, sino por extraer de ella valores poéticos permanentes.

Este grupo, capitaneado por el poeta Miguel Oscar Menassa, adopta para nombrar su publicación un título que no sé si se quiere aproximar a ese tesoro de gracia y poesía que se encierra en los relatos orientales traducidos por el doctor Mardrús o si, influido por el milenarismo, quiere anticiparse al cambio secular, de la mano del doctor Menassa.

Quizá ese «2001» quiere merodear por el problema del paso del tiempo, pensando en una famosa odisea en el espacio filmada por Stanley Kubrik. El poema es, en último término. una pequeña nave espacial que nos proyecta algo más allá de la realidad visible.

Más importante aún me parece el lema que la revista coloca en su frontispicio: «Si es posible el poema, es posible la vida.» Porque este lema resulta revelador. Basta leerlo para persuadirnos del concepto de poesía que la revista mantiene. Lejos la idea del arte por el arte, lejos la mera experimentación lingüística. La poesía es vida, o al menos compañía de vida. Hay dos clases de poetas: la del que requiebra a la poesía y la seduce con joyas verbales, y la del que se acuesta con ella. Menassa es de estos últimos, y Menassa es la revista misma.

Tenemos así la poesía como un ser amado, como un cuerpo al que nos entregamos y que se nos entrega. Respira con el propio aire, mira con los mismos ojos. Trajina en el entramado del sueño.

A una poesía así, cotidiana y doméstica en cuanto que ha intimado con el poeta y se ha entrometido en su calendario, le va el sencillo soporte de un papel funcional. No requiere lujos editoriales ni suntuosos vehículos. Le basta el papel en que se escribe el tejemaneje del acontecer diario y de las inquietudes colectivas. El papel en que aparece el pueblo con su protagonismo de historia menor. No vais a ver en «Las 2001 Noches» una revista ostentosa, sino un periódico cordial.


 

¿Y su contenido? Su contenido es el espejo de un amante ejemplar de la poesía. El contenido se nutre de materia memorable. Oscar Menassa no es un poeta narcisista, sino un poeta prometeico, El poeta narcisista roba el fuego para alumbrar su propio culto. El poeta prometeico roba el fuego para alumbrar la libertad de los demás. En otro tiempo eran frecuentes los poetas que, conmovidos por un gran poema hallado en sus lecturas, lo transcribían en sus cartapacios. Así nació buena parte del cuaderno de «Los complementarios», de don Antonio Machado. Hoy esa labor apenas se practica, porque nos falta generosidad. Menassa sí ostenta esa señal generosa. Traslada a estas páginas aquellos poemas que estima enriquecedores de la sensibilidad colectiva. La selección es suya. Subjetiva, por supuesto. Pero todo acto poético es subjetivo, y éste es, además, revelador de la sensibilidad de quien escoge. Todos llevamos dentro una máquina de preferir, y Menassa la pone en marcha con destreza y acierto.

En este número 4 encontramos piezas magistrales de tres poetas americanos:

Alfonsina Storni. la mujer que cerró su ciclo alegre caminando mar adentro.

César Vallejo, aquel que sabía que se moriría en París con aguacero, un día que ya recordaba, y que poco antes nos acompañó en la lucha por la República, en 1935.

Oliverio Girondo, en quien descansa la vanguardia argentina.

Les acompañan dos poemas de La destrucción o el amor, el más hermoso libro del surrealismo en cualquier idioma, de Vicente Aleixandre, al que hoy recordamos menos de lo que debiéramos.

Un texto clásico, de Baudelaire.

Y el hedonismo y la exaltación dionisíaca que distinguen la labor poética del propio Miguel Oscar.

Poemas sabidos, poemas recordados, poemas olvidados, poemas aprendidos. Grandes poemas de siempre; pequeños poemas de un día. ¿Quién no posee una cohorte lírica que va con él. desgranando versos inolvidables? Versos que súbitamente acuden a la memoria, desde lecturas lejanas, que forman ya parte de la propia vida. Versos que son tan nuestros, tan melancólicamente nuestros como esos viejos objetos entrañables de los que nunca se desprende uno. Repetimos los versos casi inconscientemente, el poema entero, acaso, con toda su capacidad de emoción intacta. Es la poesía acompañadora, la poesía fiel, la poesía que camina al ritmo de nuestro andar, al ritmo de nuestro vivir. «Un hombre solo no es un hombre». declara Miguel Oscar Menassa. Es verdad: un hombre no está solo si va a su lado la poesía. Mientras se pueda leer -o releer- ni hay soledad ni hay muerte. Una noche o dos mil una. Este es el contenido de la revista.

Leopoldo de Luis

NADIE, NUNCA, ME ALCANZARÁ, SOY LA POESÍA